MI PADRE, MI HERMANO Y YO

POR: Esteban Ruiz Moreno
Fecha: 18/11/07

A mi padre...
A mi hermano...




Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma
y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.

Yo vengo de todas partes
Y hacia todas partes voy.
Arte soy entre las artes
Y en los montes, monte soy.

Todo es hermoso y constante.
Todo es música y razón.
Y todo como el diamante
antes que luz, es carbón.

Con los pobres de la tierra
quiero yo mi suerte echar.
El arroyo de la sierra
me complace más que el mar.

Yo quiero cuando me muera,
sin patria, pero sin amo,
tener en mi losa un ramo
de flores y una bandera.

Cultivo la rosa blanca,
en junio como en enero,
para el amigo sincero
que me da su mano franca
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo y oruga cultivo.
Cultivo la rosa blanca…

José Martí
Estoy en deuda, lo sé. El tiempo pasa incesante y no nos regala una tregua para nada, ni siquiera para respirar, es así, nos volvemos viejos... En fin. Vamos a recuperar el tiempo invertido, si es que es posible, tiempo invertido en miles de letras más.

Hoy quisiera evocar un simple recuerdo que tengo de la juventud. Bueno, de una juventud más antigua. Me forjé en las canchas, me forjé en la época pasada, me forjé cuando ya nada parecía posible, me hice con mi padre y con mi hermano.

Desde la infancia perdida, donde las oscuridades eran más densas, donde buscaba la mano de mi padre para poder avanzar en las sombras, desde ahí se hizo mi alma separada, casi cortada por el destino, por los avatares de la vida, de la vida que los otros hacen con uno. Desde ahí se hizo el corte y no quise ver nunca más un balón. Pasaron los años, se nublaban los recuerdos, se hacían borrosos cada vez más y más, eran recuerdos de glorías, de buenos combates, de triunfos, de reconocimientos. La muerte siempre deviene en forma asesina y corta lo más importante, la única cosa por la que te puedes destacar, te cercena de un tajo los sueños, las probabilidades, la fortuna…

Probablemente después de un millón de años me reencontré con ese ser divino que es mi padre, que gracias a Dios estuvo siempre en mi camino, de una forma u otra, con sus ausencias, con sus desvelos, con su voz de vino, con su voz divina, con sus ojos cansados, con su alma destrozada, con su corazón inmenso.
Me reencontré con mi padre y con mi hermano, mi hermano es de otra galaxia y esa es otra historia.

Esos dos maravillosos me enseñaron, con sabia paciencia, con el amor propio de la familia, con el asombro mío corriendo por mis ojos, con el cansancio propio de los años, con la magia de los maestros. Me enseñaron y yo siendo la peor cosa de este mundo, yo siendo un pobre ser de alcantarilla. Me enseñaron y mis sueños retornaron en mis piernas viejas, en mis músculos derrotados, en mi talento acabado. Me enseñaron y éste, hoy, es un homenaje.

A ti padre…
A ti hermanito…


Los quiero…

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