EL DESTINO SE ENSAÑA O DE RIVER CONTRA SAN LORENZO


POR: Esteban Ruiz Moreno
Fecha 1/5/08


Parece que el destino se ensaña, parece que el destino está más allá de la comprensión de los humanos que estamos sujetos a él, parece que el destino va a llevar a Ramón Díaz siempre en contra de River Plate, o más bien, San Lorenzo en contra de River.
Para quienes no sepan quién es Ramón, ese a quien llaman “el pelado” voy a contar un pequeño cuento titulado “el destino se ensaña”… Ramón Díaz era un delantero sublime, un jugador de esos que nacen cada tanto en la inconsciencia de la vida, un héroe que únicamente vistió la camiseta de River Plate en la Argentina. Después Ramón, cuando habían pasado los años y ya era director técnico, se transformó en “Ramao”, así decían los mismos argentinos, por la alegría que le imprimía a River en la formación de los once y también a sus declaraciones, decían que parecía brasileño, por eso era “Ramao”; ¡qué River era! Orteguita, “el muñe” Gallardo, Juan Pablo Sorín, el negro Astrada, y el mítico “príncipe” Enzo, el Enzo Francescoli. Es necesario decir que las desavenencias se hicieron como se hizo la luz en medio de las sombras y fue así como el técnico más ganador de la historia de River fue echado como si fuera un perro y ni siquiera la barra que tanto lo alentaba supo decir nada, sólo un tímido y desvergonzado coro estúpido que habían inventado tiempo atrás; todo se había puesto en su contra: los directivos, los jugadores (esos mismos que elogiamos líneas antes) y todo el entorno. Era así como Ramón sufrió su destino: el destierro.
En el tiempo último, cuando Daniel Pasarela hacía del equipo un destrozo infinito sonó de nuevo el nombre de Ramón para el banco de River; “ni locos”, dijo el presidente Aguilar, el mismo que años antes habría echado tan vilmente al alegre “Ramao”.

Hubo un equipo que volvió a creer en él, fue San Lorenzo de Almagro, a ese que le dicen “Cuervo” y no sé por qué. Todo con una sola condición, ser campeones del torneo argentino, cosa, por cierto, demasiado difícil. Pero Ramón lo hizo, lo hizo en su primera temporada con el “Cuervo”, de ahí empezó a sonar algo: Ramón dio el tiro de gracia y no solamente eso, todo pensando en River, en como fue tratado.

El destino se ensaña porque River y San Lorenzo, o más bien River y “Ramao” se han encontrado muchas veces, recuerdo un feo cero a cero en el Nuevo Gasómetro. Recuerdo un dos a cero con un gol del inigualable Falcao derrotando al arquero Orión, el mismo que unos meses antes quería mandar al delantero colombiano, al “Gran Hombre” al hospital. Recuerdo también un enfrentamiento en verano donde Abreu, el ex – San Lorenzo, ahora en River, marcaba el tanto de penal y no lo celebraba por su pasado glorioso en el cuervo.

El destino se ensaña porque ayer vi un partido digno de los dioses, vi un partido difícil para el olvido. El destino otra vez porque River y San Lorenzo se encuentran en los octavos de final de la Santander Libertadores, se ensaña porque se encontraron, se ensaña más todavía puesto que aquí se encontraron.

Un partido de mucho sentimiento, muy emotivo: River, con el desprendimiento de sus volantes para el ataque, con la disposición de Falcao para la creación y las ideas y con Abreu en el filo de la espada; San Lorenzo con sus dos guerreros en la punta: Silvera y Berghesio, D´alessandro, antiguo riverplatense, orquestando en el medio; dos adversarios que nadie quisiera tener en frente, dos enemigos desde la raíz misma de los tiempos, desde la raíz misma del banco del técnico. El corazón de “Ramao” tirando para un lado, lo creo así, estando sentado al contrario. Un partido loco: un desborde por la derecha de “Sanloré”, un centro, un disparo de Silvera y al fondo para Carrizo; tres minutos después la llevaba Fernández por el lado derecho de River, un pase para Ferrari que venía sobrepasando por atrás, un centro y Falcao como una estrella se levanta y cabecea como el matador que es, golazo, y el empate era más para River que para “Sanloré” que era local.
Ires y venires, se hacían daño, los gladiadores a punto de darse golpes en el rostro, los insultos entre Berghesio y Tuzzio, todo era celestial, digno de un partido de los dioses, digno de esta vida y la otra, hasta que una mano de Sánchez de forma tonta y grosera, penal y González convirtió faltando dos minutos.

Ahora solamente queda el siguiente partido que en el monumental, la casa de Ramón Díaz, la eterna casa del “pelado”, todo será a otro precio.

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