Conferencia en Ginebra sobre el síntoma - Jacques Lacan
Una transcripción de esta conferencia de Jacques Lacan me fue enviada por el Sr Mario Cifali. Tras haber establecido el texto, accedí a su demanda de autorizar la publicación del mismo en su revista. Le Bloc-Notes de la psychanalyse.
Según las informaciones que me proporciona, la conferencia, anunciada bajo el título de "El síntoma", fue pronunciada el 4 de octubre de 1975 en el Centro Raymond de Saussure en el marco de un fin de semana de trabajo organizado por la Sociedad Suiza de Psicoanálisis, ante un audiencia compuesta por miembros de dicha Sociedad y de invitados; la introducción la realizó el Sr Olivier Flournoy.Un pasaje, indicado en una nota, falta.
Jacques-Alain Miller
No comenzaré sin agradecer a Olivier Flournoy el haberme invitado aquí, lo cual me brinda el privilegio de hablarles.
Me pareció que, dado el tiempo que hace que practico, les debía al menos una palabra de explicación - una palabra de explicación acerca del hecho de que primero practiqué y luego, un día, me puse a enseñar.
No tenía verdaderamente necesidad alguna de enseñar. Lo hice en el momento en que se fundó lo que desde entonces se llama el Instituto Psicoanalítico de Paris - fundado bajo el sino del acaparamiento por parte de alguien que, sabe Dios, no tenía demasiado derecho a desempeñar ese papel. Lo hice únicamente porque en ese momento, que era una crisis - era, en suma, la instauración de una especie de dictadura- , una parte de esa gente, de esos psicoanalistas que salían de la guerra - les había tomado de todos modos ocho años salir de ella, pues esa fundación es de 1953 - una parte me pidió que tome la palabra.
Había en ese entonces en Saint-Anne, un profesor de psiquiatría, luego académico, que me invitó allí. Había sido, supuestamente, él mismo psicoanalizado, pero a decir verdad su Juventud de André Gide no da fe de ello y no estaba demasiado entusiasmado por desempeñar un papel en el psicoanálisis. Asimismo, al cabo de diez años, estuvo por demás contento, no de despedirme, pues fui más bien yo quien lo despidió, sino de verme partir.
En ese momento, una nueva crisis se declaraba, que se debía, Dios mío a una suerte de aspiración, unida a una especie de ruido de agujero, que se hacía a nivel de la Internacional. Esto es algo que Joyce, que está por el momento en el orden del día de mis preocupaciones, simboliza con la palabra inglesa suck - es el ruido que hace el tanque de agua en el momento en que es accionado y eso es englutido por el agujero.
Esta es una metáfora bastante adecuada de la función de esa Internacional tal como la quiso Freud. Hay que recordar que al pensar que luego de su desaparición, nada podía garantizar que su pensamiento fuese salvaguardado, sólo se la confió a su propia hija. No puede decirse, no es cierto, que la susodicha hija estuviese en la línea de Freud mismo. Los mecanismos llamados de defensa que ella produjo, me parece que en absoluto son el testimonio de que ella estaba en el hilo justo de las cosas, lejos de ello.
Me encontré entonces comenzando en 1953 un seminario, al que algunos de ustedes, me dice Olivier Flournoy, asistieron. Ese seminario no es sino la recopilación que dejé en manos de alguien que se llama Jacques-Alain Miller, y que me es bastante próximo. Lo dejé en sus manos, dado que ese seminario estaba ya algo alejado de mí y dado que, si yo lo hubiese releído, lo habría re-escrito o, al menos, lo habría escrito a secas.
Escribir para nada es la misma cosa, no se parece en nada al decir, tal como se los ilustraré más adelante. Sucede que, durante la época en que estaba en Saint-Anne, quise que quedase algo de lo que yo decía. En esa época salía una revista en la que, hablando estrictamente, yo escribía. Recopilé cierto número de artículos aparecidos en dicha revista. Como también había escrito antes no pocas cosas, la mitad de esa recopilación está constituida por esos escritos previos - que son hablando estrictamente escritos, a ello se debe mi título, Escritos, muy sencillamente. Este título escandalizó un poco a una persona que se cuenta entre mis relaciones, que era una encantadora mujer joven, japonesa. Es probable que la resonancia de la palabra Escritos no sea la misma en japonés y en francés. Simplemente mediante Escritos, quería señalar que era de algún modo el residuo de mi enseñanza.
En esa revista, la Psychanalyse, yo hacía, aproximadamente una vez por año, un escrito destinado a conservar algo del alboroto que había engendrado mi palabra, conservándolo en una construcción a la cual se podría remitir. Lo hacía con la intención de que eso, después de todo, hubiese podido servirme como referencia ante la Internacional. Obviamente, ésta se burla bastante de todos los escritos - y, después de todo, tiene razón, porque el psicoanálisis es algo muy diferente de los escritos. Sin embargo, no estaría mal quizá que el analista dé cierto testimonio de que sabe qué es lo que hace. Si hace algo, decir, no sería quizá excesivo espero que, de lo que hace dé testimonio de cierta manera.
Tampoco sería por demás excesivo esperar que en lo que hace, piense. Piense de tanto en tanto. Piense a veces. Esto no es absolutamente obligatorio. No doy al término de pensar una connotación de valor. Diré más incluso - si hay algo que propuse, es algo cuya naturaleza realmente reasegura al psicoanalista en lo que podría denominarse su automatismo. Pienso que el pensamiento es a fin de cuentas un enviscamiento. Y los psicoanalistas lo saben mejor que nadie. Es un enviscamiento en algo que especifiqué con lo que llamo lo imaginario y toda una tradición filosófica se percató de ello muy bien. Si el hombre -decirlo parece una banalidad- no tuviese lo que se llama un cuerpo, no voy a decir que no pensaría, pues esto es obvio, sino que no estaría profundamente capturado por la imagen de ese cuerpo.
El hombre está capturado por la imagen de su cuerpo. Este punto explica muchas cosas y, en primer término, el privilegio que tiene dicha imagen para él. Su mundo, si es que esta palabra tuviese algún sentido, su Umwelt, lo que lo rodea, él lo corpo-reifica, lo hace cosa a imagen de su cuerpo. No tiene la menor idea, ciertamente, de qué sucede en ese cuerpo. ¿Cómo sobrevive un cuerpo? No sé si esto les llama la atención aunque más no sea un poco - si ustedes se hacen un rasguño, pues bien, eso se arregla. Es tan sorprendente, ni más ni menos, que el hecho de que la lagartija que pierde su cola la reconstituya, Es exactamente del mismo orden.
Ese cuerpo adquiere su peso por la vía de la mirada, a la que hace un instante se refirió Olivier Flournoy. La mayoría -pero no todo- de lo que piensa el hombre se arraiga allí. Es verdaderamente muy difícil para un analista, considerando aquello que tiene que enfrentar, no ser aspirado -en el mismo sentido al que me referí recién- por el glu-glu de ese escape, de esa cosa que lo capta, a fin de cuentas, narcisísticamente en el discurso de aquél al que Olivier Flournoy denominó hace poco -lo lamento- el analizado. Lo lamento porque hace ya tiempo que el término el analizante, que proferí un día en mi seminario, ha adquirido derecho de ciudadanía. No solamente en mi Escuela -no le otorgaría a ello más que una importancia relativa, relativa a mí- , sino que, ese analizante, produjo una suerte de efecto relampagueante la semana misma en que lo articulé. El Instituto Psicoanalítico de Paris, que está muy al día de todo lo que digo -diré más incluso, lo que digo es lo más importante de lo que ahí se enseña- ese instituto se relame con ese analizante que le venía como anillo al dedo, aunque más no fuese para descargar al analista de ser el responsable, dado el caso, del análisis.
Debo decir que cuando propuse dicha cosa, no había hecho más que parodiar - si me permiten la expresión - el término analysand, corriente en la lengua inglesa. Ciertamente, no es estrictamente equivalente al francés. Analysand evoca más bien el debiendo-ser-analizado y esto no era para nada lo que yo quería decir. Lo que quería decir era que en el análisis, la que trabaja es la persona que llega verdaderamente a dar forma a una demanda de análisis. A condición de que ustedes no la hayan colocado de inmediato en el diván, caso en el cual la cosa está ya arruinada. Es indispensable que esa demanda verdaderamente haya adquirido forma antes de que la acuesten. Cuando le dicen que comience - y esto no debe suceder ni la primera ni la segunda vez, al menos si quieren comportarse dignamente-, la persona que hizo esa demanda de análisis, cuando comienza el trabajo, es ella quien trabaja. Para nada deben considerarla como alguien a quien ustedes deben moldear. Todo lo contrario. ¿Qué hacen ustedes allí? Esta pregunta es todo aquello por lo que me interrogo desde que comencé.
Comencé, Dios mío, diré - muy tontamente. Quiero decir que no sabía lo que había, como me lo probó lo que siguió - lo probó a mis ojos. ¿No habría acaso mirado más de una vez si hubiese sabido en qué me comprometía? Esto me parece seguro. Precisamente por esta razón en último término, es decir, en el punto último al que llegué en la reanudación del año 1967, en octubre, instituí esa cosa que consiste en hacer que, cuando alguien se asume como analista, sólo él mismo puede hacerlo. Esta me parece una evidencia inicial.
Cuando alguien que se asume como analista, es libre en esa especie de inauguración, que hice entonces y que llamé Proposición. Es libre, puede así mismo no hacerlo, pero también es libre de ofrecerse a esa prueba de venir a confiárselo - a confiárselo a gente que elegí expresamente por estar exactamente en el mismo punto que él.
Es evidente, en efecto, que si se va a dirigir a un veterano, a un titular, incluso como suele decirse a un didacta, podemos estar seguros de que su testimonio resultará completamente tergiversado. Porque, en primer término. sabe muy bien que el pobre cretino al que se dirige tiene ya tanta experiencia que no sabe absolutamente nada, al igual que yo, por qué se comprometió con esa profesión de analista. Yo me acuerdo de eso un poco y me vuelvo a aferrar a ella. Pero la mayoría lo ha olvidado totalmente. Sólo ven su posición de autoridad y, en esas condiciones, se intenta marcar el paso como aquél que tiene la autoridad, es decir, que muy sencillamente se miente. Entonces, intenté que se dirijan siempre a personas que como ellos eran debutantes en la función de analista.
Pese a todo, conservé - siempre hay que cuidarse de innovar, ese no es mi estilo, nunca innové en nada - una suerte de jurado constituido con el consentimiento de todo el mundo. Nada es más llamativo que lo siguiente: si hacen elegir un jurado cualquiera, si hacen votar, mediante voto secreto, lo que sale es el nombre de gente perfectamente bien definida. La masa quiere líderes. Ya es bastante afortunado cuando no quieren a uno solo de ellos. Entonces, la masa que quiere líderes elige líderes que ya están ahí por el funcionamiento de las cosas. Ante ese jurado van a testimoniar quienes recibieron el testimonio de aquellos que se quieren analistas.
En el espíritu de mi Proposición, esta operación se hace para aclarar qué pasa en ese momento. Es exactamente lo que nos dice Freud - cuando tenemos un caso, lo que se llama un caso, en análisis, nos recomienda no ponerlo por adelantado en un casillero. Quisiera que escuchásemos, si me permiten la expresión, con total independencia respecto a todos los conocimientos adquiridos por nosotros, que sintamos lo que enfrentamos, a saber, la particularidad de un caso. Es muy difícil, porque lo propio de la experiencia es preparar casillas. Nos es muy difícil, a nosotros analistas, hombres o mujeres, con experiencia, no juzgar acerca de ese caso que está funcionando y elaborando su análisis. de no recordar en relación a él otros casos. Cualquiera sea nuestra pretendida libertad - pues en esa libertad es imposible creer- resulta claro que no podemos barrer con lo que es nuestra experiencia. Freud insiste mucho al respecto y si esto fuese comprendido, daría quizá la vía hacia un modo harto diferente de intervención - pero no puede serlo.
Con este espíritu entonces quise que alguien que está al mismo nivel que aquel que franquea ese paso, dé testimonio. Es, en suma, para esclarecernos. Ocurre, cada tanto, que alguien dé un testimonio que tiene el carácter - eso, eso se reconoce de todos modos - de la autenticidad. Entonces, preví que a esa persona, se la incluya en el nivel en el que hay gente que se supone piensan en lo que hacen, de modo tal de hacer un triaje. ¿En qué se transformó de inmediato? Ciertamente, se transformó en otro modo de selección. A saber, que una persona que testimonió con toda honestidad acerca de lo que hizo en su análisis llamado a posteriori didáctico, se siente objetada si, luego de ese testimonio, ella no forma parte de aquello mediante lo cual intenté ampliar el grupo de quienes son capaces de reflexionar un poco sbre lo que hacen. Se sienten despreciadas, aunque yo haga de todo para que ese no sea el caso. Intento explicarles qué nos aportó su testimonio acerca de cierta manera de entrar en el análisis después de haberse hecho formar a sí mismo de acuerdo con lo que es exigible. Lo exigible es, evidentemente, haber pasado por esa experiencia. ¿Cómo transmitirla si uno mismo no se sometió a ella? En fin, terminemos.
Quisiera evocar aquí la fórmula de Freud de Soll Ich Werden, a la que me dediqué más de una vez (1). ¿Qué quiere decir Werden? Es muy difícil traducirlo. Va hacia algo. ¿Ese algo es el den? ¿El Werden es un verdear? ¿Qué hay en el devenir alemán? Cada lengua tiene su genio y traducir Werden como sólo tiene verdaderamente algún alcance en lo que ya hay de den en el devenir. Es algo del orden de la indigencia, si me permiten la expresión. La indigencia no es lo mimo que el desanudamento o el desenlace (*a). Pero dejemos esto en suspenso.
Aquello de lo que se trata es de calibrar la medida de el hecho que Freud - cosa muy sorprendente por parte de un hombre, tan verdaderamente un practicante- sólo valoró en el primer tiempo de su obra, en esa primera etapa que llega hasta 1914, antes de la primera guerra - en su Traumdeutung, en su Psicopatología de la vida llamada cotidiana y muy particularmente en su Chiste. Valoró lo siguiente, y lo sorprendente es que no lo haya palpado, que a su hipótesis del Unbewusstsein, del inconsciente, pues bien, si puede decirse, la nombró mal.
El inconsciente no es simplemente por ser no sabido. Freud mismo ya lo formula diciendo Bewusst. Aprovecho aquí la lengua alemana en la que puede establecerse una relación entre Bewusst y Wissen. En la lengua alemana lo consciente de la consciencia se formula como lo que verdaderamente es, a saber, el goce de un saber. Lo que Freud aportó es lo siguiente: no hay necesidad de saber que se sabe para gozar de un saber.
Acudamos, finalmente, a esa experiencia que hacemos todos los días. Si aquello de lo que hablamos es verdadero, si efectivamente se cristaliza en una etapa precoz para el niño lo que cabe llamar por su nombre, a saber los síntomas, si la época de la infancia es efectivamente decisiva en ello, ¿cómo no relacionar este hecho con el modo en que analizamos los sueños y los actos fallidos? - no hablo de las agudezas, completamente fuera del alcance de los analistas, quienes naturalmente no tienen el más mínimo ingenio. Esto es de Freud, pero prueba que igualmente ahí Freud debió percatarse que el enunciado de un acto fallido solo adquiere valor por las explicaciones de un sujeto. ¿Cómo interpretar un acto fallido? Andaríamos a tientas, en la oscuridad más total, si el sujeto no dijiese al respecto una o dos cositas, las cuales permiten decirle - Pero finalmente, cuando usted sacó del bolsillo su llave para entrar en mi casa, la del analistas, eso tiene de todos modos un sentido - y según cuánto haya avanzado, se le explicará a título diverso el sentido - ya sea debido al hecho de que cree estar en su casa o que desea estar en su casa o incluso, más aun, que el hecho de meter la llave en la cerradura prueba algo que hace al simbolismo de la cerradura y de la llave. El simbolismo de la Traumdeutung es exactamente del mismo tipo. ¿Qué son los sueños sino sueños relatados? Sólo en el proceso de su relato se lee lo que Freud llama su sentido. Cómo sostener una hipótesis como la del inconsciente - si no se ve que es la manera que tuvo el sujeto, si es que hay algún otro sujeto de aquel que está dividido, de estar impregnado, podría decirse, por el lenguaje.
Sabemos muy bien en el análisis la importancia que tuvo para un sujeto, vale decir, aquello que en ese entonces no era absolutamente nada, la manera en que fue deseado. Hay gente que vive bajo el efecto, que durará largo tiempo en sus vidas, bajo el efecto del hecho de que uno de los dos padres - no preciso cuál de ellos- no lo deseó. Este es verdaderamente el texto de nuestra experiencia cotidiana.
Los padres modelan al sujeto en esa función que titulé como simbolismo. Lo que quiere decir, estrictamente, no que el niño sea el principio de un símbolo, sino que la manera en que le ha sido instilado un modo de hablar, no puede sino llevar la marca del modo bajo el cual lo aceptaron los padres. Sé muy bien que esto presenta toda suerte de variaciones y de aventuras. Incluso un niño no deseado, en nombre de un no sé qué que surge de sus primeros bullicios, puede ser mejor acogido más tarde. Esto no impide que algo conserve la marca del hecho de que el deseo no existía antes de cierta fecha.
¿Cómo hasta Freud pudo desconocerse hasta tal punto que esa gente, al a que se llama hombres, mujeres eventualmente, vive en el parloteo? Es curioso que gente que cree que piensa, no se percate que piensa con palabras. Hay, al respecto, trucos con los que hay que acabar, ¿no es cierto? La tesis de la Escuela de Wüzburgo sobre la supuesta apercepción de no sé qué pensamiento sintético que no se articularía, es realmente la más delirante que haya producido nunca una escuela de pretendidos psicólogos. El hombre piensa con ayuda de las palabras. Y es en el encuentro entre esas palabras y su cuerpo dónde algo se esboza. Por otra parte, osaré decir al respecto el término de innato - ¿si no hubiese palabras de qué podría testimoniar el hombre? Allí se ubica el sentido.
Traté como pude de revivir algo que no era mío, pero que ya había sido percibido por los antiguos estoicos. No hay razón alguna para pensar que la filosofía siempre haya sido tal como es para nosotros. En esa época la filosofía era un modo de vivir - un modo de vivir en relación al cual uno podía percatarse, mucho antes de Freud, que el lenguaje, ese lenguaje que no tiene absolutamente ninguna existencia teórica, interviene siempre bajo la forma de una palabra que quise fuese lo más cercana posible a la palabra francesa lallation - laleo en castellano -, lalengua.
Los antiguos, desde la época de Esopo. Se habían percatado perfectamente de que era absolutamente capital. Hay al respecto una fábula muy conocida, pero nadie se da cuenta de ello. Para nada es un azar que en lalengua, cualquiera sea ella, en la que alguien recibió una primera impronta, una palabra es equívoca. Ciertamente, no por azar en francés la palabra ne [no] se pronuncia de manera equívoca con la palabra noeud [nudo]. Para nada es un azar que la palabra pas [no] en francés, contrariamente a muchas otras lenguas, redoble la negación y designe también un paso. Si me intereso tanto en el pas esto no se debe a ningún azar. Esto no quiere decir que lalengua constituya en modo alguno un patrimonio. Es totalmente cierto que algo volverá a surgir luego en los sueños, en toda suerte de tropiezos, en toda suerte de maneras de decir, en función de la manera en que lalengua fue hablada y también escuchada por tal o cual en su particularidad. Es, si me permiten emplearlo por vez primera, en ese materialismo (*b) (materialismo de la palabra) dónde reside el asidero del inconsciente - quiero decir que es lo que hace que cada cual no haya encontrado otras maneras de sustentar lo que recién llamé el síntoma.
Lean un poco, estoy seguro que esto no les sucede muy a menudo, la Introducción al psicoanálisis, las Vorlesungen de Freud. Hay dos capítulos sobre el síntoma. Uno se llama Wege zur Symptom Bildung, es el capítulo 23 y se percatarán luego de que hay un capítulo 17 que se llama Der Sinn, el sentido de los síntomas. Si Freud aportó algo es eso. Que los síntomas tienen un sentido y que sólo se interpretan correctamente - correctamente quiere decir que el sujeto deje caer alguno de sus cabos- en función de sus primeras experiencias, a saber, en la medida en que encuentre lo que hoy llamaré, por no poder decir al respecto nada más ni nada mejor, la realidad sexual.
Freud insistió mucho al respecto. Creyó poder enfatizar especialmente el término de autoerotismo, en la medida en que el niño descubre primero esa realidad sexual en su propio cuerpo. Me permito - esto no me ocurre todos los días- no estar de acuerdo y no estarlo en nombre de la obra de Freud mismo.
Si estudian en detalle el caso Juanito, verán que lo que se manifiesta en él, lo que él llama su Wiwimacher - porque no sabe cómo llamarlo de otro modo - es lo que se introduce en su circuito. En otros términos, para llamar a las cosas tranquilamente por su nombre, tuvo sus primeras erecciones. Ese gozar primero se manifiesta, podría decirse, en cualquiera. Ciertamente, no es cierto, no es verdadero, sino verificado en todos. Pero justamente ahí está la avanzada de lo que Freud aportó - basta con que esto sea verificado en algunos para que tengamos derecho a construir al respecto algo que tiene la más estrecha relación con el inconsciente. Pues, después de todo, es un hecho - el inconsciente fue un invento de Freud. In invento en el sentido en el sentido en que es un descubrimiento vinculado al encuentro que tienen ciertos seres con su propia erección.
Llamamos así a eso, ser, pues no sabemos hablar de otro modo. Seria preferible prescindir de la palabra ser. En el pasado, algunas personas fueron sensibles a ello. Un cierto Santo Tomás de Aquino - él también es un santo hombre e incluso un síntoma (*c) - escribió algo que se llama De ente et essentia. No puedo decir que les recomiendo su lectura, ya que ustedes no lo harán, pero es muy astuto. Si hay algo que se llama el inconsciente, eso quiere decir que no hay necesidad de saber qué se hace para hacerlo y para hacerlo sabiéndolo muy bien. Habrá quizá una persona que leerá ese De ente et essentia y se percatará de lo que ese santo hombre, ese síntoma (*c), destila muy bien - el ser, eso no se atrapa tan fácilmente, ni tampoco la esencia.
No hay necesidad de saber todo eso. Sólo hay necesidad de saber que en ciertos seres, así llamados, el encuentro con su propia erección no es autoerótico en lo más mínimo. Es de lo más hetero que hay. Se dicen - ¿Pero qué es eso? Y se lo dicen tan bien, que el pobre Juanito sólo piensa en ese eso - lo encarna en objetos que son francamente externos, a saber, en ese caballo que piafa, que da coces, que corcovea, que cae al suelo. Ese caballo que va y viene, que tiene cierto modo de deslizarse a lo largo de los andenes tirando de un carro, es totalmente lo más ejemplar para él de aquello que tiene que enfrentar y sobre lo cual no entiende nada, sin duda gracias al hecho de que tiene cierto tipo de madre y cierto tipo de padre. Su síntoma es la expresión, la significación de ese rechazo.
Ese rechazo no merece en lo más mínimo ser etiquetado como autoerotismo, con el solo pretexto de que después de todo ese Wiwimacher lo tenga enganchado en algún lugar de su bajo vientre. El goce que resulta de ese Wiwimacher le es ajeno hasta el punto de estar en el principio de su fobia. Fobia quiere decir que está amedrentado por él. La intervención del profesor Freud, mediatizada por el padre, no es más que una artimaña, cuyo único mérito es el de haber sido exitosa. Logrará que otro, a saber en esta ocasión su hermanita, soporte ese pequeño pene.
Abrevio aquí el caso Juanito. Tan sólo lo introduje, porque dado que son ustedes de una ignorancia absoluta, no veo por qué no improvisaré hoy. No me pondré a leerles todos los textos que preparé cuidadosamente para ustedes. Quiero simplemente tratar de hacer circular algo que sucedió, hacia fines del siglo pasado, en alguien que no era un genio, como suele decirse, sino, al igual que yo, un honesto imbécil.
Freud se percató de que había cosas que nadie podía decir que el sujeto hablante no las supiese sin saberlas. Esto es lo descollante del asunto. Por eso hablé del significante y de su efecto de significado. Naturalmente, con el significante no agoté para nada la pregunta. El significante es algo que está encarnado en el lenguaje. Resulta que hay una especie que supo aullar de manera tal que un sonido, en tanto que significante, es diferente de otro. Olivier Flournoy me dijo que publicó un texto de Spitz. Lean su Del nacimiento a la palabra, para tratar de ver cómo, finalmente, se despierta la relación con el aullido. Hay un abismo entre esa relación con el aullido y el hecho de que al final, el ser humillado, el ser humus, el ser humano, el ser al que pueden ustedes llamar cómo quieran - se trata de ustedes, de ustedes y de mí- , que el ser humano llegue a poder decir algo. No sólo a poder decirlo, sino incluso ese chancro que definí como siendo el lenguaje, porque no sé de que otro modo llamarlo, ese chancro que es el lenguaje, implica desde el inicio una especie de sensibilidad.
He visto muy bien niños muy pequeños, aunque más no fuese a los míos. El hecho de que un niño diga quizá, todavía no, antes de que sea capaz de construir verdaderamente una frase, prueba que hay algo en él, una criba que se atraviesa, a través de la cual el agua del lenguaje llega a dejar algo tras su paso, algunos detritos con los que jugará, con los que le será muy necesario arreglárselas. Es eso lo que le deja toda esa actividad no reflexiva - los añicos a los cuales, más tarde, pues es un prematuro, se le agregarán los problemas de lo que lo espantará. Gracias a esto hará la coalescencia, por así decirlo, de esa realidad sexual y del lenguaje.
Permítanme proponer aquí algunas tímidas ecuaciones a propósito de lo que propuse como la significación del falo en mis Escritos, lo cual es una pésima traducción de Die Bedeutung des Phallus.
Es sorprendente que el psicoanálisis no haya brindado aquí el más mínimo estímulo a la psicología. Freud hizo todo lo posible para ello, pero, obviamente, los psicólogos son sordos. Esa cosa que sólo existe en el vocabulario de los psicólogos - una psique adherida como tal a un cuerpo. ¿Por qué diablos, cabe decirlo, por qué diablos el hombre sería doble? Que haya un cuerpo ya de por sí encubre suficientes misterios y Freud, facilitado por la biología, marcó bastante bien la diferenciación del soma y del germen. ¿Por qué diablos no limpiar de nuestra mente toda esa psicología defectuosa y no intentar deletrear lo tocante de a la Bedeutung del falo? Debí traducirlo por significación, al no poder dar un equivalente. Bedeutung es diferente de Sinn, del efecto de sentido, y designa la relación con lo real. ¿Por qué, desde que existe el psicoanálisis, las preguntas no fueron formuladas a este nivel? ¿Por qué ese supuesto ser, por qué ese se goza apareció sobre eso que se llama la tierra? Nos imaginamos que es un astro privilegiado con el pretexto de que en ella existe el hombre y, en cierto modo, es verdad - con la única condición de que no haya otros mundos habitados.
¿No les pasa por la mente que esa "realidad sexual" como me expresaba recién, se especifica en el hombre por lo siguiente: que no hay, entre el hombre macho y hembra, ninguna relación instintiva? ¿Que nada haga que todo hombre - para designar al hombre mediante lo que le va bastante bien, dado que se imagina naturalmente la idea del todo- que todo hombre no es apto para satisfacer a toda mujer? Lo que efectivamente parece ser la regla en lo que atañe a otros animales. Evidentemente, ellos no satisfacen a todas las hembras, sino que tan solo se trata de aptitudes. El hombre - pues se puede hablar de el hombre, precedido por el - es necesario que se contente con soñar con ello. Tiene que contentarse con soñar con ello porque es totalmente seguro que, no sólo no satisface a toda mujer, sino que La mujer - pido perdón por lo que sigue a los miembros quizá presentes aquí del MLF- , La mujer no existe. Hay mujeres, pero La mujer es un sueño del hombre.
No en balde sólo se satisface con una o, incluso, con varias mujeres. Esto se debe a que no siente ganas por las otras. ¿Por qué no tiene ganas de ellas? Porque ellas no consuenan, si me permiten la expresión, con su inconsciente.
No sólo no hay La mujer; La mujer se define por ser lo que etiqueté hace mucho tiempo y que les repito a ustedes: por el no toda Esto llega más lejos aún y no surge del hombre, contrariamente a lo que creen los miembros del MLF, sino de ellas mismas. Ellas mismas son no todas. A saber, que ellas no se prestan a la generalización. Incluso, lo digo ahora entre paréntesis, a la generalización falocéntrica.
No dije que la mujer es un objeto para el hombre. Muy por el contrario, dije que era algo con lo que nunca sabe arreglárselas. Jamás deja de meter la pata al abordar a cualquiera de ellas - o bien porque se engañó o bien porque era justamente esa la que le hacía falta. Pero jamás se percata de ello sino après-coup, retroactivamente.
Este es uno de los sentidos del après-coup, del que hablé en ciertas ocasiones. y cuyo relevo fue tan malo en el famoso y eterno Vocabulario de psicoanálisis por el cual Lagache echó a perder (*d) el psicoanálisis entero. Bueno, finalmente, no está tan mal, no exageremos. Probablemente lo único que le interesaba era lagachear, echar a perder, lo que yo decía. Después de todo, ¿por qué no se lagachería, echaría a perder?
No estoy absolutamente seguro de tener la razón en todo. No sólo no estoy seguro de ello, sino que tengo ciertamente la actitud freudiana. El próximo asunto que me hará revisar dado el caso todo mi sistema, no pido nada mejor que recogerlo. Todo lo que puedo decir es que sin duda gracias a mi pendejada, esto todavía no sucedió.
Ya está. Les dejaré ahora la palabra a ustedes.
Me sentiré contento, después de esta charla, de saber qué han obtenido de ella.
RESPUESTAS
J. L. - Para alentar a cualquiera que tenga una pregunta que formular, les diré que alguien que tenía que tomar un tren. no sé hacia dónde...
- Hacia Lausana.
- ¿Sabe quién es?
- El Dr. Bovet.
- Es un nombre que no me es desconocido. El Dr. Bovet me hizo una pregunta que encuentro muy buena como para hablar. ¿Hasta qué punto, me dijo, se toma usted en serio? No está para nada mal y espero que esto los aliente. Es el tipo de pregunta que me importa un bledo. Continuar hasta el punto de estar en el vigésimo segundo año de mi enseñanza, implica que me tomo en serio. Si no respondí fue porque tenía que tomar un tren. Pero de todos modos ya respondí a esta pregunta, implícitamente, identificando lo serio con la serie. Una serie matemática, ya sea convergente o divergente, es cosa que quiere decir algo. Lo que enuncio es totalmente de ese orden. intento delimitar cada vez con mayor detalle, hacer una serie convergente. ¿Lo logro acaso? Naturalmente, cuando se está cautivo... Pero incluso una serie divergente tiene interés a su manera, ella también converge - esto para las personas que podrían tener alguna idea de las matemáticas. Puesto que se trata del Dr. Bovet, que se le transmita esta respuesta.
Dr. Cramer - Usted dijo, si lo seguí correctamente, que es la madre quien le habla al niño, pero también es necesario que el niño la escuche. Quisiera hacerle una pregunta de ese "también es necesario que el niño escuche."
- ¡Sí!
- ¿Qué hace que un niño pueda escuchar? ¿Qué hace que un niño sea receptivo a un orden simbólico que le enseña la madre o que le aporta la madre? ¿Acaso hay allí algo inmanente en el hombrecito?
- Me parece que estaba implicado en lo que dije. El ser que llamé humano es esencialmente un ser hablante.
- Y un ser que también debe poder escuchar.
- Pero escuchar forma parte de la palabra. Lo que evoqué en lo concerniente al quizás. al todavía no, se podrían citar otros ejemplos, prueba que la resonancia de la palabra es algo constitucional. Es evidente que está vinculado con la especificidad de mi experiencia. A partir del momento en que alguien está en análisis siempre prueba que escuchó. Que usted haga surgir la pregunta de que hay seres que nunca escuchan nada es sugestivo ciertamente, pero difícil de imaginar. Me dirá usted que hay gente que quizás sólo escucha los rumores, es decir, que todo a su alrededor charlotea.
- Pensaba en los autistas por ejemplo. Seria un caso en el que lo pasible de ser recibido no está situado y donde el escuchar no puede producirse.
- Como el nombre lo indica, los autistas se escuchan ellos mismos. Escuchan muchas cosas. Esto desemboca incluso normalmente en la alucinación y la alucinación siempre tiene un carácter más o menos vocal. Todos los autistas no escuchan voces, pero articulan muchas cosas y se trata de ver precisamente dónde escucharon lo que articulan. ¿Usted trata autistas?
- Sí.
- Entonces, ¿que le parecen a usted los autistas?
- Precisamente, que no llegan a escucharnos, que permanecen arrinconados.
- Pero eso es algo muy diferente. No llegan a escuchar lo que usted tiene para decirles en tanto usted se ocupa de ellos.
- Pero también nos cuesta trabajo escucharlos. Su lenguaje sigue siendo algo cerrado.
- Es muy precisamente lo que hace que no los escuchemos. El hecho de que ellos no nos escuchan. Pero finalmente sin duda hay algo para decirles.
- Mi pregunta apuntaba un poco más lejos. ¿Acaso lo simbólico - y aquí utilizaré un cortocircuito- eso se aprende? ¿Existe algo en nosotros desde el nacimiento que hace que estemos preparados pura lo simbólico, para recibir precisamente el mensaje simbólico, para integrarlo?
- Todo lo que dije lo implicaba. Se trata de saber por qué hay algo en el autista o en el llamado esquizofrénico, que se congela, podría decirse. Pero usted no puede decir que no habla. Que usted tenga dificultad para escucharlo, para dar su alcance a lo que dicen, no impide que se trate, finalmente. de personajes más bien verbosos.
- ¿Concibe usted al lenguaje como no solamente verbal, considera que hay un lenguaje o verbal? El lenguaje de los gestos por ejemplo.
- Es una pregunta que ya fue propuesta hace mucho tiempo por un tal Jousse, a saber, que el gesto precedería a la palabra. Creo que hay algo específico en la palabra La estructura verbal es cabalmente específica y tenemos un testimonio de ello en el hecho de que aquellos a los que se llama sordomudos son capaces de un tipo de gesto muy diferente al gesto expresivo en cuanto tal. El caso de los sordomudos es demostrativo del hecho de que hay una predisposición al lenguaje, incluso en aquellos que están afectados por dicha invalidez - la palabra invalidez me parece en este punto totalmente específica. Tiene el discernimiento que puede tener algo significante como tal. El lenguaje con los dedos no se concibe sin una predisposición a adquirir el significante, cualquiera sea la invalidez corporal. No hablé para nada recién de la diferencia entre el significante y el signo.
O. Flournoy - Creo que al Sr. Auber le agradaría si usted eventualmente pudiese elaborar un poco la diferencia que acaba de mencionar
- Esto nos lleva muy lejos, a la especificidad del significante. El tipo del signo debe encontrarse en el ciclo de la manifestación que se puede, más o menos a justo título, calificar como exterior. Es no hay humo sin fuego. El signo es de inmediato captado del siguiente modo - si hay fuego alguien lo hizo. Aunque uno se percate después que la selva arde sin que haya un responsable. El signo se inclina siempre, rápidamente, hacia el sujeto y hacia el significante. El signo es inmediatamente captado como intencional. No es el significante. El significante es percibido de entrada como el significante.
-A lo largo de lo dicho usted pronuncio algunas frases sobre la mujer que me resultaron muy bellas. Por ejemplo, "La mujer no existe, hay mujeres. La mujer es un sueño del hombre. "
- Es un sueño porque no puede hacer nada mejor.
- O también: "La mujer es aquello con lo que el hombre nunca sabe arreglárselas." Parece que el título de su conferencia hablaba del síntoma y tuve la impresión de que finalmente la mujer es el síntoma del hombre.
- Lo dije con todas sus letras en mi seminario.
- ¿Puede decirse recíprocamente que el hombre es el síntoma de la mujer? ¿Quiere esto decir que para la niñita o para el varoncito el mensaje que la madre transmitirá, el mensaje simbólico, significante, será sobre lo mismo, dado que es la madre quien lo transmite, trátese de una niña o de un varón? ¿Hay una reciprocidad o una diferencia a la que no se escapa?
- Con toda seguridad hay una diferencia, que se debe al hecho de que las mujeres comprenden muy bien que el hombre es un bicho raro. Esto debe ser juzgado a nivel de las mujeres analistas. Las mujeres analistas son las mejores. Son mejores que el hombre analista.
- ¿Cuál es finalmente esa relación con el significante que parecer ser algo transexual, bisexual?
Sr. X. - ¿Las mujeres son mejores analistas, ¿mejores en qué? ¿Mejores cómo?
- Está claro que son mucho más activas. No hay muchos analistas que hayan dado fe de que comprendían algo. Las mujeres avanzan. Basta con ver a Melanie Klein. Las mujeres se adentran y lo hacen con un sentimiento muy directo de qué es el bebé en el hombre. Para los hombres es necesario un duro quiebre.
Sr. X. - Los hombres también tienen ganas de tener un bebé.
- De tanto en tanto tienen ganas de dar a luz, es ver dad. De tanto en tanto hay hombres que, por razones que siempre son muy precisas, se identifican con la madre. Tienen ganas no sólo de tener un bebé, sino de estar embarazados, esto sucede corrientemente. En mi experiencia analítica tengo cinco o seis casos así totalmente claros, que llegaron a formularlo.
Sr. Vauthier - ¿Como analista, tuvo usted la oportunidad de tratar en detalle pacientes psicosomáticos importantes? ¿Cuál es la posición del significante en relación a ellos? ¿Cuál es su posición en relación al acceso a lo simbólico? Se tiene la impresión de que no han alcanzado el registro simbólico, o que no se sabe cómo engancharlos a él. ¿Quisiera saber si en su modo de plantear el problema, usted tiene una fórmula que pueda aplicarse a este género de pacientes?
- Seguro que se trata de un dominio más que inexplorado. Finalmente, es de todos modos del orden de lo escrito. En muchos casos no sabemos leerlo. Tendría que decir aquí algo que introdujese la noción de escrito. Todo sucede como si algo estuviese escrito en el cuerpo, algo que nos es dado como un enigma. No es para nada sorprendente que tengamos como analistas esa sensación.
- ¿Pero, cómo hacerles hablar lo que está escrito? Hay ahí, me parece, un corte.
- Es totalmente cierto. Existe lo que los místicos llaman la firma de la cosas, lo que hay en las cosas que puede leerse. Signatura no quiere decir signum, ¿no es cierto? Hay algo para leer ante lo cual a menudo nadamos.
Sr. Nicolaïdis - ¿Acaso puede quizá decirse que el psicosomático se expresa con un lenguaje jeroglífico, mientras que el neurótico lo hace con un lenguaje alfabético?
- Pero eso es Vico.
- Uno siempre llega segundo.
- Obviamente uno siempre es segundo. Siempre hay alguien que ha dicho.
- Sin embargo, no habló de psicosomática.
- ¿Vico? Ciertamente no. Pero, en fin, tomemos las cosas por ese sesgo. Sí, el cuerpo considerado como marbete, como portando el nombre propio. Habría que tener de lo jeroglífico una idea un poco más elaborada que la que tenía Vico. Cuándo dice jeroglífico no parece tener - leí la Scienza nuova - ideas demasiado elaboradas para su época.
O. Flournoy - Me gustaría que tomasen la palabra nuestras compañeras. Sra Rossier. Que el diálogo intersexual comience.
Sra. Rossier - Quería decir que cuando usted habló, evocando a los psicosomáticos, de algo escrito [d'écrit] , yo entendí gritos [des cris] , el grito [le cri] . Me pregunté si la inscripción en el cuerpo de los psicosomáticos no se parece más a un grito que a una palabra y que por eso nos cuesta tanto trabajo comprenderlo. Es un grito repetitivo, pero poco elaborado. Para nada pensaría en el jeroglífico que ya me parece demasiado complicado.
- Un enfermo psicosomático es más bien complicado y se asemeja más a un jeroglífico que a un grito.
O. Flournoy - Y sin embargo un grito es endiabladamente difícil de traducir.
- Eso es verdad.
Sr. Vauthier - Siempre se hace concordar un significante con un grito. Mientras que en el psicosomático uno querría efectivamente lograr que concordase con un significante.
- Freud habla del grito en un momento. Sería necesario que lo vuelva a encontrar, pero eso fue un fracaso total.
Sra. Y - ¿La diferencia entre la palabra escrita y la palabra hablada? Usted parece pensar algo acerca de este tema.
- Es cierto que hay ahí una hiancia muy llamativa. ¿Cómo existe una ortografía? Es la cosa en el mundo que a uno lo deja más estupefacto y que además sea manifiestamente mediante el escrito como la palabra hace su brecha, por el escrito y únicamente por el escrito, el escrito de lo que se llama las cifras, porque no se quiere hablar de números. Hay algo ahí que es del orden de lo que recién se planteaba como pregunta - del orden de la inmanencia. El cuerpo en el significante hace rasgo y rasgo que es un Uno. Traduje el einziger Zug que Freud enuncia en su escrito sobre la identificación como rasgo unario. Alrededor del rasgo unario gira toda la cuestión de lo escrito. Al respecto, que el jeroglífico sea egipcio o chino da lo mismo. Siempre se trata de una configuración del rasgo. No en balde la numeración binaria sólo se escribe con 1 y 0. La cuestión debería juzgarse a nivel de ¿cuál es la suerte de goce que se encuentra en el psicosomático? Si evoqué una metáfora como la de lo congelado, es porque hay efectivamente esa especie de fijación. Tampoco Freud emplea en balde el término de Fixierung - es porque el cuerpo se deja llevar a escribir algo del orden del número.
Sr. Vauthier - Hay algo paradójico. Cuando uno tiene la impresión de que la palabra goce recobra un sentido con un psicosomático, éste ya no es un psicosomático.
- Totalmente de acuerdo. Es por ese sesgo, por la revelación del goce específico que hay en su fijación, como siempre debe tenderse a abordar al psicosomático. En esto podemos esperar que el inconsciente, la invención del inconsciente pueda servir para algo. Lo que esperamos es darle el sentido de aquello de lo que se trata. Lo psicosomático es algo que, de todos modos, está en su fundamento profundamente arraigado en lo imaginario.
Sr. Z. - Soll Ich werden, usted lo transcribió más o menos como el trabajo de "él es pensado". Pienso en el discurso del obsesivo que piensa, que repiensa, que cogita, quien en todo caso también llega a "él es pensado". El "él es pensado" ¿podemos comprenderlo como "dispensado", en el sentido en que el "dis" quiere decir de arriba hacia abajo, desmontar desarticular y finalmente hacer caer la estatua? ¿Podemos hacer una conjunción entre el "dispensado" y el "él es pensado".
- Esto tiene la más estrecha relación con la obsesión. El obsesivo es muy esencialmente alguien que es piensa El es piensa avaramente. El es piensa en circuito cerrado. El es piensa para sí mismo. Esta fórmula me fue inspirada por los obsesivos. Reconoció usted muy bien su afinidad con el obsesivo, pues yo no la dije.
Sra. Vergopoulo - Hay algo, en relación al tiempo, que me llamó la atención en el seminario. El concepto es el tiempo de la cosa. Usted dice que en el marco de la transferencia la palabra sólo tiene valor de palabra, que no hay emoción ni proyección ni desplazamiento. ¿Debo decir que no entendí muy bien cuál es el sentido de la palabra en la transferencia?
- ¿A qué apunta como respuesta? ¿A la relación del concepto con el tiempo?
- A la relación entre la palabra antigua y la palabra actual. En !a transferencia si la mira de la interpretación es acertada ello se debe a la coincidencia entre la palabra antigua y la palabra actual.
- Hace falta que de tanto en tanto me ejercite en algo tentativo. Que el concepto sea el tiempo es una idea hegeliana. Pero resulta que, en una cosa que está en mis Escritos, acerca de El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada, subrayé la función de la prisa en la lógica, a saber, que uno no puede permanecer en suspenso por que hace falta en un momento concluir. Me esfuerzo allí en anudar el tiempo con la lógica misma. Distinguí tres tipos, pero está ya algo vetusto, lo escribí hace ya mucho tiempo, inmediatamente después de la guerra. Hasta cierto punto, se concluye siempre demasiado pronto. Pero ese demasiado pronto es la evitación de un demasiado tarde. Esto está relacionado totalmente con lo más recóndito de la lógica. La idea del todo, de el universal, ya está prefigurada de alguna suerte en el lenguaje. El rechazo de la universalidad es esbozado por Aristóteles y lo deja de lado, pues la universalidad es lo esencial de su pensamiento. Puedo proponer con cierta verosimilitud que el hecho de que Aristóteles lo deje de lado es el índice del carácter, a fin de cuentas, no necesitado de la lógica. El hecho es que sólo hay lógica en un ser vivo humano.
Sr. Melo - En su primera respuesta usted partió de la palabra serio y llegó a la noción de serie. Me llama mucho la atención como reaccionamos ante esa palabra serie, alineando una serie de enfermos, unos tras otros. Tuvimos al autista, al obsesivo, al psicosomático y también la mujer Esto me llevó a pensar en el hecho de que usted viniese a hablarnos y que nosotros hayamos venido a escucharlo. He aquí mi pregunta . ¿No piensa usted que entre transferencia y contratransferencia existe realmente una diferencia que se sitúa a nivel del poder?
- Es de todos modos sumamente demostrativo el hecho de que el poder jamás reposa sobre la fuerza pura y simple. El poder es siempre un poder vinculado con la palabra. Resulta que después de haber machacado ciertas cosas durante un tiempo muy largo, atraigo gente por mi charloteo que, evidentemente, no tendría ese poder si no estuviese seriado, si no convergiese en algún lado. Es de todos modos un poder de un tipo muy particular. No es un poder imperativo. Yo no le doy órdenes a nadie. Pero toda la política reposa en que todo el mundo está demasiado contento al tener alguien que le diga. Hacia adelante, marchen - no importa hacia adonde además. El principio mismo de la idea de progreso es que se cree en el imperativo. Es lo más original que hay en la palabra e intenté esquematizarlo - lo encontrarán en un texto que se llama Radiofonía y que ya no recuerdo adonde lo dí. Se trata de la estructura del discurso del amo. El discurso del amo se caracteriza por el hecho de que en determinado lugar, hay alguien que hace semblante de comandar. Ese carácter de semblante - "De un discurso que no fuera semblante" sirvió como título de uno de mis seminarios- es totalmente esencial. Que haya alguien que acepte encargarse de esa función del semblante y todo el mundo finalmente estará encantado. ¿Si alguien no hiciese semblante de comandar, dónde terminaríamos? Y mediante un verdadero consentimiento fundado en el saber de que hace falta que haya alguien que haga semblante, los que saben marchan igual que los demás. Lo que usted acaba de captar ahí a través de cierta manera de tomar distancia, es lo que usted evoca de una sombra de poder.
O. Flournoy - Todavía una pregunta en la serie que mencionó en Dr Melo . Usted introdujo a propósito de la psicosis el término de forclusión, que es empleado sin que se sepa muy bien qué recubre. Me pregunté, al escucharlo, si en el psicótico lo que está forcluído es el goce. ¿Pero acaso se trata de un semblante de forclusión o de una verdadera forclusión? En otros términos, ¿el psicoanálisis puede o no llegar a un psicótico?
- Es una muy linda pregunta. Forclusión del Nombre-del-Padre. Esto nos lleva a otro piso, al piso dónde no sólo está el Nombre-del-Padre, sino también el Padre- del-Nombre. Quiero decir que el padre es aquel que nombra. Está muy bien evocado en el Génesis donde encontramos toda esa payasada de Dios que le dice a Adán que dé un nombre a los animales. Todo sucede como si allí hubiese dos pisas. Se supone a Dios el saber qué nombres tienen, pues es él quien, supuestamente, los creó y luego todo sucede cual si Dios quisiese poner a prueba al hombre y ver si sabe imitarlo.
Hay al respecto historias en Joyce - Jacques Aubert debe saber muy bien a qué aludo, ¿no es cierto? Aquel que dirá primero gou a la gouse, dirá oua a la oua. Es manifiesto que en el texto el hombre está puesto en una posición grotesca. Yo, me sentiría bastante inclinado a creer que, contrariamente a lo que le resulta chocante a mucha gente, son más bien las mujeres las que inventaron el lenguaje. Por otra parte, el Génesis lo da a entender. Con la serpiente, ellas hablan - es decir, con el falo. Hablan todavía mucho más con el falo en la medida en que para ellas, entonces, es hétero.
Aunque sea uno de mis sueños, se puede de todos modos formular la pregunta - ¿cómo inventó eso una mujer? Puede decirse que está interesada en eso. Contrariamente a lo que se cree, el falocentrismo es la mejor garantía de la mujer. Sólo se trata de eso. La Virgen María con su pie sobre la cabeza de la serpiente, quiere decir que se ;sostiene en ella. Todo esto fue imaginado, pero de una manera casi sin aliento. Puede decirse sin la menor seriedad pues hace falta alguien tan chillado como Joyce para retomar eso.
El sabía muy bien que sus relaciones con las mujeres eran tan sólo su propia canción. Intentó situar al ser humano de un modo que sólo tiene un mérito, el de diferir de todo lo que fue enunciado sobre ello precedentemente. Pero, a fin de cuentas, todo eso es una forma de remachar, es síntoma.
Es aquello a lo que me siento más atraído , es decir, que es hablando estrictamente la dimensión humana. por eso hablé de Joyce-el-sínthoma, de ese modo, de un solo rasgo.
Me pareció que, dado el tiempo que hace que practico, les debía al menos una palabra de explicación - una palabra de explicación acerca del hecho de que primero practiqué y luego, un día, me puse a enseñar.
No tenía verdaderamente necesidad alguna de enseñar. Lo hice en el momento en que se fundó lo que desde entonces se llama el Instituto Psicoanalítico de Paris - fundado bajo el sino del acaparamiento por parte de alguien que, sabe Dios, no tenía demasiado derecho a desempeñar ese papel. Lo hice únicamente porque en ese momento, que era una crisis - era, en suma, la instauración de una especie de dictadura- , una parte de esa gente, de esos psicoanalistas que salían de la guerra - les había tomado de todos modos ocho años salir de ella, pues esa fundación es de 1953 - una parte me pidió que tome la palabra.
Había en ese entonces en Saint-Anne, un profesor de psiquiatría, luego académico, que me invitó allí. Había sido, supuestamente, él mismo psicoanalizado, pero a decir verdad su Juventud de André Gide no da fe de ello y no estaba demasiado entusiasmado por desempeñar un papel en el psicoanálisis. Asimismo, al cabo de diez años, estuvo por demás contento, no de despedirme, pues fui más bien yo quien lo despidió, sino de verme partir.
En ese momento, una nueva crisis se declaraba, que se debía, Dios mío a una suerte de aspiración, unida a una especie de ruido de agujero, que se hacía a nivel de la Internacional. Esto es algo que Joyce, que está por el momento en el orden del día de mis preocupaciones, simboliza con la palabra inglesa suck - es el ruido que hace el tanque de agua en el momento en que es accionado y eso es englutido por el agujero.
Esta es una metáfora bastante adecuada de la función de esa Internacional tal como la quiso Freud. Hay que recordar que al pensar que luego de su desaparición, nada podía garantizar que su pensamiento fuese salvaguardado, sólo se la confió a su propia hija. No puede decirse, no es cierto, que la susodicha hija estuviese en la línea de Freud mismo. Los mecanismos llamados de defensa que ella produjo, me parece que en absoluto son el testimonio de que ella estaba en el hilo justo de las cosas, lejos de ello.
Me encontré entonces comenzando en 1953 un seminario, al que algunos de ustedes, me dice Olivier Flournoy, asistieron. Ese seminario no es sino la recopilación que dejé en manos de alguien que se llama Jacques-Alain Miller, y que me es bastante próximo. Lo dejé en sus manos, dado que ese seminario estaba ya algo alejado de mí y dado que, si yo lo hubiese releído, lo habría re-escrito o, al menos, lo habría escrito a secas.
Escribir para nada es la misma cosa, no se parece en nada al decir, tal como se los ilustraré más adelante. Sucede que, durante la época en que estaba en Saint-Anne, quise que quedase algo de lo que yo decía. En esa época salía una revista en la que, hablando estrictamente, yo escribía. Recopilé cierto número de artículos aparecidos en dicha revista. Como también había escrito antes no pocas cosas, la mitad de esa recopilación está constituida por esos escritos previos - que son hablando estrictamente escritos, a ello se debe mi título, Escritos, muy sencillamente. Este título escandalizó un poco a una persona que se cuenta entre mis relaciones, que era una encantadora mujer joven, japonesa. Es probable que la resonancia de la palabra Escritos no sea la misma en japonés y en francés. Simplemente mediante Escritos, quería señalar que era de algún modo el residuo de mi enseñanza.
En esa revista, la Psychanalyse, yo hacía, aproximadamente una vez por año, un escrito destinado a conservar algo del alboroto que había engendrado mi palabra, conservándolo en una construcción a la cual se podría remitir. Lo hacía con la intención de que eso, después de todo, hubiese podido servirme como referencia ante la Internacional. Obviamente, ésta se burla bastante de todos los escritos - y, después de todo, tiene razón, porque el psicoanálisis es algo muy diferente de los escritos. Sin embargo, no estaría mal quizá que el analista dé cierto testimonio de que sabe qué es lo que hace. Si hace algo, decir, no sería quizá excesivo espero que, de lo que hace dé testimonio de cierta manera.
Tampoco sería por demás excesivo esperar que en lo que hace, piense. Piense de tanto en tanto. Piense a veces. Esto no es absolutamente obligatorio. No doy al término de pensar una connotación de valor. Diré más incluso - si hay algo que propuse, es algo cuya naturaleza realmente reasegura al psicoanalista en lo que podría denominarse su automatismo. Pienso que el pensamiento es a fin de cuentas un enviscamiento. Y los psicoanalistas lo saben mejor que nadie. Es un enviscamiento en algo que especifiqué con lo que llamo lo imaginario y toda una tradición filosófica se percató de ello muy bien. Si el hombre -decirlo parece una banalidad- no tuviese lo que se llama un cuerpo, no voy a decir que no pensaría, pues esto es obvio, sino que no estaría profundamente capturado por la imagen de ese cuerpo.
El hombre está capturado por la imagen de su cuerpo. Este punto explica muchas cosas y, en primer término, el privilegio que tiene dicha imagen para él. Su mundo, si es que esta palabra tuviese algún sentido, su Umwelt, lo que lo rodea, él lo corpo-reifica, lo hace cosa a imagen de su cuerpo. No tiene la menor idea, ciertamente, de qué sucede en ese cuerpo. ¿Cómo sobrevive un cuerpo? No sé si esto les llama la atención aunque más no sea un poco - si ustedes se hacen un rasguño, pues bien, eso se arregla. Es tan sorprendente, ni más ni menos, que el hecho de que la lagartija que pierde su cola la reconstituya, Es exactamente del mismo orden.
Ese cuerpo adquiere su peso por la vía de la mirada, a la que hace un instante se refirió Olivier Flournoy. La mayoría -pero no todo- de lo que piensa el hombre se arraiga allí. Es verdaderamente muy difícil para un analista, considerando aquello que tiene que enfrentar, no ser aspirado -en el mismo sentido al que me referí recién- por el glu-glu de ese escape, de esa cosa que lo capta, a fin de cuentas, narcisísticamente en el discurso de aquél al que Olivier Flournoy denominó hace poco -lo lamento- el analizado. Lo lamento porque hace ya tiempo que el término el analizante, que proferí un día en mi seminario, ha adquirido derecho de ciudadanía. No solamente en mi Escuela -no le otorgaría a ello más que una importancia relativa, relativa a mí- , sino que, ese analizante, produjo una suerte de efecto relampagueante la semana misma en que lo articulé. El Instituto Psicoanalítico de Paris, que está muy al día de todo lo que digo -diré más incluso, lo que digo es lo más importante de lo que ahí se enseña- ese instituto se relame con ese analizante que le venía como anillo al dedo, aunque más no fuese para descargar al analista de ser el responsable, dado el caso, del análisis.
Debo decir que cuando propuse dicha cosa, no había hecho más que parodiar - si me permiten la expresión - el término analysand, corriente en la lengua inglesa. Ciertamente, no es estrictamente equivalente al francés. Analysand evoca más bien el debiendo-ser-analizado y esto no era para nada lo que yo quería decir. Lo que quería decir era que en el análisis, la que trabaja es la persona que llega verdaderamente a dar forma a una demanda de análisis. A condición de que ustedes no la hayan colocado de inmediato en el diván, caso en el cual la cosa está ya arruinada. Es indispensable que esa demanda verdaderamente haya adquirido forma antes de que la acuesten. Cuando le dicen que comience - y esto no debe suceder ni la primera ni la segunda vez, al menos si quieren comportarse dignamente-, la persona que hizo esa demanda de análisis, cuando comienza el trabajo, es ella quien trabaja. Para nada deben considerarla como alguien a quien ustedes deben moldear. Todo lo contrario. ¿Qué hacen ustedes allí? Esta pregunta es todo aquello por lo que me interrogo desde que comencé.
Comencé, Dios mío, diré - muy tontamente. Quiero decir que no sabía lo que había, como me lo probó lo que siguió - lo probó a mis ojos. ¿No habría acaso mirado más de una vez si hubiese sabido en qué me comprometía? Esto me parece seguro. Precisamente por esta razón en último término, es decir, en el punto último al que llegué en la reanudación del año 1967, en octubre, instituí esa cosa que consiste en hacer que, cuando alguien se asume como analista, sólo él mismo puede hacerlo. Esta me parece una evidencia inicial.
Cuando alguien que se asume como analista, es libre en esa especie de inauguración, que hice entonces y que llamé Proposición. Es libre, puede así mismo no hacerlo, pero también es libre de ofrecerse a esa prueba de venir a confiárselo - a confiárselo a gente que elegí expresamente por estar exactamente en el mismo punto que él.
Es evidente, en efecto, que si se va a dirigir a un veterano, a un titular, incluso como suele decirse a un didacta, podemos estar seguros de que su testimonio resultará completamente tergiversado. Porque, en primer término. sabe muy bien que el pobre cretino al que se dirige tiene ya tanta experiencia que no sabe absolutamente nada, al igual que yo, por qué se comprometió con esa profesión de analista. Yo me acuerdo de eso un poco y me vuelvo a aferrar a ella. Pero la mayoría lo ha olvidado totalmente. Sólo ven su posición de autoridad y, en esas condiciones, se intenta marcar el paso como aquél que tiene la autoridad, es decir, que muy sencillamente se miente. Entonces, intenté que se dirijan siempre a personas que como ellos eran debutantes en la función de analista.
Pese a todo, conservé - siempre hay que cuidarse de innovar, ese no es mi estilo, nunca innové en nada - una suerte de jurado constituido con el consentimiento de todo el mundo. Nada es más llamativo que lo siguiente: si hacen elegir un jurado cualquiera, si hacen votar, mediante voto secreto, lo que sale es el nombre de gente perfectamente bien definida. La masa quiere líderes. Ya es bastante afortunado cuando no quieren a uno solo de ellos. Entonces, la masa que quiere líderes elige líderes que ya están ahí por el funcionamiento de las cosas. Ante ese jurado van a testimoniar quienes recibieron el testimonio de aquellos que se quieren analistas.
En el espíritu de mi Proposición, esta operación se hace para aclarar qué pasa en ese momento. Es exactamente lo que nos dice Freud - cuando tenemos un caso, lo que se llama un caso, en análisis, nos recomienda no ponerlo por adelantado en un casillero. Quisiera que escuchásemos, si me permiten la expresión, con total independencia respecto a todos los conocimientos adquiridos por nosotros, que sintamos lo que enfrentamos, a saber, la particularidad de un caso. Es muy difícil, porque lo propio de la experiencia es preparar casillas. Nos es muy difícil, a nosotros analistas, hombres o mujeres, con experiencia, no juzgar acerca de ese caso que está funcionando y elaborando su análisis. de no recordar en relación a él otros casos. Cualquiera sea nuestra pretendida libertad - pues en esa libertad es imposible creer- resulta claro que no podemos barrer con lo que es nuestra experiencia. Freud insiste mucho al respecto y si esto fuese comprendido, daría quizá la vía hacia un modo harto diferente de intervención - pero no puede serlo.
Con este espíritu entonces quise que alguien que está al mismo nivel que aquel que franquea ese paso, dé testimonio. Es, en suma, para esclarecernos. Ocurre, cada tanto, que alguien dé un testimonio que tiene el carácter - eso, eso se reconoce de todos modos - de la autenticidad. Entonces, preví que a esa persona, se la incluya en el nivel en el que hay gente que se supone piensan en lo que hacen, de modo tal de hacer un triaje. ¿En qué se transformó de inmediato? Ciertamente, se transformó en otro modo de selección. A saber, que una persona que testimonió con toda honestidad acerca de lo que hizo en su análisis llamado a posteriori didáctico, se siente objetada si, luego de ese testimonio, ella no forma parte de aquello mediante lo cual intenté ampliar el grupo de quienes son capaces de reflexionar un poco sbre lo que hacen. Se sienten despreciadas, aunque yo haga de todo para que ese no sea el caso. Intento explicarles qué nos aportó su testimonio acerca de cierta manera de entrar en el análisis después de haberse hecho formar a sí mismo de acuerdo con lo que es exigible. Lo exigible es, evidentemente, haber pasado por esa experiencia. ¿Cómo transmitirla si uno mismo no se sometió a ella? En fin, terminemos.
Quisiera evocar aquí la fórmula de Freud de Soll Ich Werden, a la que me dediqué más de una vez (1). ¿Qué quiere decir Werden? Es muy difícil traducirlo. Va hacia algo. ¿Ese algo es el den? ¿El Werden es un verdear? ¿Qué hay en el devenir alemán? Cada lengua tiene su genio y traducir Werden como sólo tiene verdaderamente algún alcance en lo que ya hay de den en el devenir. Es algo del orden de la indigencia, si me permiten la expresión. La indigencia no es lo mimo que el desanudamento o el desenlace (*a). Pero dejemos esto en suspenso.
Aquello de lo que se trata es de calibrar la medida de el hecho que Freud - cosa muy sorprendente por parte de un hombre, tan verdaderamente un practicante- sólo valoró en el primer tiempo de su obra, en esa primera etapa que llega hasta 1914, antes de la primera guerra - en su Traumdeutung, en su Psicopatología de la vida llamada cotidiana y muy particularmente en su Chiste. Valoró lo siguiente, y lo sorprendente es que no lo haya palpado, que a su hipótesis del Unbewusstsein, del inconsciente, pues bien, si puede decirse, la nombró mal.
El inconsciente no es simplemente por ser no sabido. Freud mismo ya lo formula diciendo Bewusst. Aprovecho aquí la lengua alemana en la que puede establecerse una relación entre Bewusst y Wissen. En la lengua alemana lo consciente de la consciencia se formula como lo que verdaderamente es, a saber, el goce de un saber. Lo que Freud aportó es lo siguiente: no hay necesidad de saber que se sabe para gozar de un saber.
Acudamos, finalmente, a esa experiencia que hacemos todos los días. Si aquello de lo que hablamos es verdadero, si efectivamente se cristaliza en una etapa precoz para el niño lo que cabe llamar por su nombre, a saber los síntomas, si la época de la infancia es efectivamente decisiva en ello, ¿cómo no relacionar este hecho con el modo en que analizamos los sueños y los actos fallidos? - no hablo de las agudezas, completamente fuera del alcance de los analistas, quienes naturalmente no tienen el más mínimo ingenio. Esto es de Freud, pero prueba que igualmente ahí Freud debió percatarse que el enunciado de un acto fallido solo adquiere valor por las explicaciones de un sujeto. ¿Cómo interpretar un acto fallido? Andaríamos a tientas, en la oscuridad más total, si el sujeto no dijiese al respecto una o dos cositas, las cuales permiten decirle - Pero finalmente, cuando usted sacó del bolsillo su llave para entrar en mi casa, la del analistas, eso tiene de todos modos un sentido - y según cuánto haya avanzado, se le explicará a título diverso el sentido - ya sea debido al hecho de que cree estar en su casa o que desea estar en su casa o incluso, más aun, que el hecho de meter la llave en la cerradura prueba algo que hace al simbolismo de la cerradura y de la llave. El simbolismo de la Traumdeutung es exactamente del mismo tipo. ¿Qué son los sueños sino sueños relatados? Sólo en el proceso de su relato se lee lo que Freud llama su sentido. Cómo sostener una hipótesis como la del inconsciente - si no se ve que es la manera que tuvo el sujeto, si es que hay algún otro sujeto de aquel que está dividido, de estar impregnado, podría decirse, por el lenguaje.
Sabemos muy bien en el análisis la importancia que tuvo para un sujeto, vale decir, aquello que en ese entonces no era absolutamente nada, la manera en que fue deseado. Hay gente que vive bajo el efecto, que durará largo tiempo en sus vidas, bajo el efecto del hecho de que uno de los dos padres - no preciso cuál de ellos- no lo deseó. Este es verdaderamente el texto de nuestra experiencia cotidiana.
Los padres modelan al sujeto en esa función que titulé como simbolismo. Lo que quiere decir, estrictamente, no que el niño sea el principio de un símbolo, sino que la manera en que le ha sido instilado un modo de hablar, no puede sino llevar la marca del modo bajo el cual lo aceptaron los padres. Sé muy bien que esto presenta toda suerte de variaciones y de aventuras. Incluso un niño no deseado, en nombre de un no sé qué que surge de sus primeros bullicios, puede ser mejor acogido más tarde. Esto no impide que algo conserve la marca del hecho de que el deseo no existía antes de cierta fecha.
¿Cómo hasta Freud pudo desconocerse hasta tal punto que esa gente, al a que se llama hombres, mujeres eventualmente, vive en el parloteo? Es curioso que gente que cree que piensa, no se percate que piensa con palabras. Hay, al respecto, trucos con los que hay que acabar, ¿no es cierto? La tesis de la Escuela de Wüzburgo sobre la supuesta apercepción de no sé qué pensamiento sintético que no se articularía, es realmente la más delirante que haya producido nunca una escuela de pretendidos psicólogos. El hombre piensa con ayuda de las palabras. Y es en el encuentro entre esas palabras y su cuerpo dónde algo se esboza. Por otra parte, osaré decir al respecto el término de innato - ¿si no hubiese palabras de qué podría testimoniar el hombre? Allí se ubica el sentido.
Traté como pude de revivir algo que no era mío, pero que ya había sido percibido por los antiguos estoicos. No hay razón alguna para pensar que la filosofía siempre haya sido tal como es para nosotros. En esa época la filosofía era un modo de vivir - un modo de vivir en relación al cual uno podía percatarse, mucho antes de Freud, que el lenguaje, ese lenguaje que no tiene absolutamente ninguna existencia teórica, interviene siempre bajo la forma de una palabra que quise fuese lo más cercana posible a la palabra francesa lallation - laleo en castellano -, lalengua.
Los antiguos, desde la época de Esopo. Se habían percatado perfectamente de que era absolutamente capital. Hay al respecto una fábula muy conocida, pero nadie se da cuenta de ello. Para nada es un azar que en lalengua, cualquiera sea ella, en la que alguien recibió una primera impronta, una palabra es equívoca. Ciertamente, no por azar en francés la palabra ne [no] se pronuncia de manera equívoca con la palabra noeud [nudo]. Para nada es un azar que la palabra pas [no] en francés, contrariamente a muchas otras lenguas, redoble la negación y designe también un paso. Si me intereso tanto en el pas esto no se debe a ningún azar. Esto no quiere decir que lalengua constituya en modo alguno un patrimonio. Es totalmente cierto que algo volverá a surgir luego en los sueños, en toda suerte de tropiezos, en toda suerte de maneras de decir, en función de la manera en que lalengua fue hablada y también escuchada por tal o cual en su particularidad. Es, si me permiten emplearlo por vez primera, en ese materialismo (*b) (materialismo de la palabra) dónde reside el asidero del inconsciente - quiero decir que es lo que hace que cada cual no haya encontrado otras maneras de sustentar lo que recién llamé el síntoma.
Lean un poco, estoy seguro que esto no les sucede muy a menudo, la Introducción al psicoanálisis, las Vorlesungen de Freud. Hay dos capítulos sobre el síntoma. Uno se llama Wege zur Symptom Bildung, es el capítulo 23 y se percatarán luego de que hay un capítulo 17 que se llama Der Sinn, el sentido de los síntomas. Si Freud aportó algo es eso. Que los síntomas tienen un sentido y que sólo se interpretan correctamente - correctamente quiere decir que el sujeto deje caer alguno de sus cabos- en función de sus primeras experiencias, a saber, en la medida en que encuentre lo que hoy llamaré, por no poder decir al respecto nada más ni nada mejor, la realidad sexual.
Freud insistió mucho al respecto. Creyó poder enfatizar especialmente el término de autoerotismo, en la medida en que el niño descubre primero esa realidad sexual en su propio cuerpo. Me permito - esto no me ocurre todos los días- no estar de acuerdo y no estarlo en nombre de la obra de Freud mismo.
Si estudian en detalle el caso Juanito, verán que lo que se manifiesta en él, lo que él llama su Wiwimacher - porque no sabe cómo llamarlo de otro modo - es lo que se introduce en su circuito. En otros términos, para llamar a las cosas tranquilamente por su nombre, tuvo sus primeras erecciones. Ese gozar primero se manifiesta, podría decirse, en cualquiera. Ciertamente, no es cierto, no es verdadero, sino verificado en todos. Pero justamente ahí está la avanzada de lo que Freud aportó - basta con que esto sea verificado en algunos para que tengamos derecho a construir al respecto algo que tiene la más estrecha relación con el inconsciente. Pues, después de todo, es un hecho - el inconsciente fue un invento de Freud. In invento en el sentido en el sentido en que es un descubrimiento vinculado al encuentro que tienen ciertos seres con su propia erección.
Llamamos así a eso, ser, pues no sabemos hablar de otro modo. Seria preferible prescindir de la palabra ser. En el pasado, algunas personas fueron sensibles a ello. Un cierto Santo Tomás de Aquino - él también es un santo hombre e incluso un síntoma (*c) - escribió algo que se llama De ente et essentia. No puedo decir que les recomiendo su lectura, ya que ustedes no lo harán, pero es muy astuto. Si hay algo que se llama el inconsciente, eso quiere decir que no hay necesidad de saber qué se hace para hacerlo y para hacerlo sabiéndolo muy bien. Habrá quizá una persona que leerá ese De ente et essentia y se percatará de lo que ese santo hombre, ese síntoma (*c), destila muy bien - el ser, eso no se atrapa tan fácilmente, ni tampoco la esencia.
No hay necesidad de saber todo eso. Sólo hay necesidad de saber que en ciertos seres, así llamados, el encuentro con su propia erección no es autoerótico en lo más mínimo. Es de lo más hetero que hay. Se dicen - ¿Pero qué es eso? Y se lo dicen tan bien, que el pobre Juanito sólo piensa en ese eso - lo encarna en objetos que son francamente externos, a saber, en ese caballo que piafa, que da coces, que corcovea, que cae al suelo. Ese caballo que va y viene, que tiene cierto modo de deslizarse a lo largo de los andenes tirando de un carro, es totalmente lo más ejemplar para él de aquello que tiene que enfrentar y sobre lo cual no entiende nada, sin duda gracias al hecho de que tiene cierto tipo de madre y cierto tipo de padre. Su síntoma es la expresión, la significación de ese rechazo.
Ese rechazo no merece en lo más mínimo ser etiquetado como autoerotismo, con el solo pretexto de que después de todo ese Wiwimacher lo tenga enganchado en algún lugar de su bajo vientre. El goce que resulta de ese Wiwimacher le es ajeno hasta el punto de estar en el principio de su fobia. Fobia quiere decir que está amedrentado por él. La intervención del profesor Freud, mediatizada por el padre, no es más que una artimaña, cuyo único mérito es el de haber sido exitosa. Logrará que otro, a saber en esta ocasión su hermanita, soporte ese pequeño pene.
Abrevio aquí el caso Juanito. Tan sólo lo introduje, porque dado que son ustedes de una ignorancia absoluta, no veo por qué no improvisaré hoy. No me pondré a leerles todos los textos que preparé cuidadosamente para ustedes. Quiero simplemente tratar de hacer circular algo que sucedió, hacia fines del siglo pasado, en alguien que no era un genio, como suele decirse, sino, al igual que yo, un honesto imbécil.
Freud se percató de que había cosas que nadie podía decir que el sujeto hablante no las supiese sin saberlas. Esto es lo descollante del asunto. Por eso hablé del significante y de su efecto de significado. Naturalmente, con el significante no agoté para nada la pregunta. El significante es algo que está encarnado en el lenguaje. Resulta que hay una especie que supo aullar de manera tal que un sonido, en tanto que significante, es diferente de otro. Olivier Flournoy me dijo que publicó un texto de Spitz. Lean su Del nacimiento a la palabra, para tratar de ver cómo, finalmente, se despierta la relación con el aullido. Hay un abismo entre esa relación con el aullido y el hecho de que al final, el ser humillado, el ser humus, el ser humano, el ser al que pueden ustedes llamar cómo quieran - se trata de ustedes, de ustedes y de mí- , que el ser humano llegue a poder decir algo. No sólo a poder decirlo, sino incluso ese chancro que definí como siendo el lenguaje, porque no sé de que otro modo llamarlo, ese chancro que es el lenguaje, implica desde el inicio una especie de sensibilidad.
He visto muy bien niños muy pequeños, aunque más no fuese a los míos. El hecho de que un niño diga quizá, todavía no, antes de que sea capaz de construir verdaderamente una frase, prueba que hay algo en él, una criba que se atraviesa, a través de la cual el agua del lenguaje llega a dejar algo tras su paso, algunos detritos con los que jugará, con los que le será muy necesario arreglárselas. Es eso lo que le deja toda esa actividad no reflexiva - los añicos a los cuales, más tarde, pues es un prematuro, se le agregarán los problemas de lo que lo espantará. Gracias a esto hará la coalescencia, por así decirlo, de esa realidad sexual y del lenguaje.
Permítanme proponer aquí algunas tímidas ecuaciones a propósito de lo que propuse como la significación del falo en mis Escritos, lo cual es una pésima traducción de Die Bedeutung des Phallus.
Es sorprendente que el psicoanálisis no haya brindado aquí el más mínimo estímulo a la psicología. Freud hizo todo lo posible para ello, pero, obviamente, los psicólogos son sordos. Esa cosa que sólo existe en el vocabulario de los psicólogos - una psique adherida como tal a un cuerpo. ¿Por qué diablos, cabe decirlo, por qué diablos el hombre sería doble? Que haya un cuerpo ya de por sí encubre suficientes misterios y Freud, facilitado por la biología, marcó bastante bien la diferenciación del soma y del germen. ¿Por qué diablos no limpiar de nuestra mente toda esa psicología defectuosa y no intentar deletrear lo tocante de a la Bedeutung del falo? Debí traducirlo por significación, al no poder dar un equivalente. Bedeutung es diferente de Sinn, del efecto de sentido, y designa la relación con lo real. ¿Por qué, desde que existe el psicoanálisis, las preguntas no fueron formuladas a este nivel? ¿Por qué ese supuesto ser, por qué ese se goza apareció sobre eso que se llama la tierra? Nos imaginamos que es un astro privilegiado con el pretexto de que en ella existe el hombre y, en cierto modo, es verdad - con la única condición de que no haya otros mundos habitados.
¿No les pasa por la mente que esa "realidad sexual" como me expresaba recién, se especifica en el hombre por lo siguiente: que no hay, entre el hombre macho y hembra, ninguna relación instintiva? ¿Que nada haga que todo hombre - para designar al hombre mediante lo que le va bastante bien, dado que se imagina naturalmente la idea del todo- que todo hombre no es apto para satisfacer a toda mujer? Lo que efectivamente parece ser la regla en lo que atañe a otros animales. Evidentemente, ellos no satisfacen a todas las hembras, sino que tan solo se trata de aptitudes. El hombre - pues se puede hablar de el hombre, precedido por el - es necesario que se contente con soñar con ello. Tiene que contentarse con soñar con ello porque es totalmente seguro que, no sólo no satisface a toda mujer, sino que La mujer - pido perdón por lo que sigue a los miembros quizá presentes aquí del MLF- , La mujer no existe. Hay mujeres, pero La mujer es un sueño del hombre.
No en balde sólo se satisface con una o, incluso, con varias mujeres. Esto se debe a que no siente ganas por las otras. ¿Por qué no tiene ganas de ellas? Porque ellas no consuenan, si me permiten la expresión, con su inconsciente.
No sólo no hay La mujer; La mujer se define por ser lo que etiqueté hace mucho tiempo y que les repito a ustedes: por el no toda Esto llega más lejos aún y no surge del hombre, contrariamente a lo que creen los miembros del MLF, sino de ellas mismas. Ellas mismas son no todas. A saber, que ellas no se prestan a la generalización. Incluso, lo digo ahora entre paréntesis, a la generalización falocéntrica.
No dije que la mujer es un objeto para el hombre. Muy por el contrario, dije que era algo con lo que nunca sabe arreglárselas. Jamás deja de meter la pata al abordar a cualquiera de ellas - o bien porque se engañó o bien porque era justamente esa la que le hacía falta. Pero jamás se percata de ello sino après-coup, retroactivamente.
Este es uno de los sentidos del après-coup, del que hablé en ciertas ocasiones. y cuyo relevo fue tan malo en el famoso y eterno Vocabulario de psicoanálisis por el cual Lagache echó a perder (*d) el psicoanálisis entero. Bueno, finalmente, no está tan mal, no exageremos. Probablemente lo único que le interesaba era lagachear, echar a perder, lo que yo decía. Después de todo, ¿por qué no se lagachería, echaría a perder?
No estoy absolutamente seguro de tener la razón en todo. No sólo no estoy seguro de ello, sino que tengo ciertamente la actitud freudiana. El próximo asunto que me hará revisar dado el caso todo mi sistema, no pido nada mejor que recogerlo. Todo lo que puedo decir es que sin duda gracias a mi pendejada, esto todavía no sucedió.
Ya está. Les dejaré ahora la palabra a ustedes.
Me sentiré contento, después de esta charla, de saber qué han obtenido de ella.
RESPUESTAS
J. L. - Para alentar a cualquiera que tenga una pregunta que formular, les diré que alguien que tenía que tomar un tren. no sé hacia dónde...
- Hacia Lausana.
- ¿Sabe quién es?
- El Dr. Bovet.
- Es un nombre que no me es desconocido. El Dr. Bovet me hizo una pregunta que encuentro muy buena como para hablar. ¿Hasta qué punto, me dijo, se toma usted en serio? No está para nada mal y espero que esto los aliente. Es el tipo de pregunta que me importa un bledo. Continuar hasta el punto de estar en el vigésimo segundo año de mi enseñanza, implica que me tomo en serio. Si no respondí fue porque tenía que tomar un tren. Pero de todos modos ya respondí a esta pregunta, implícitamente, identificando lo serio con la serie. Una serie matemática, ya sea convergente o divergente, es cosa que quiere decir algo. Lo que enuncio es totalmente de ese orden. intento delimitar cada vez con mayor detalle, hacer una serie convergente. ¿Lo logro acaso? Naturalmente, cuando se está cautivo... Pero incluso una serie divergente tiene interés a su manera, ella también converge - esto para las personas que podrían tener alguna idea de las matemáticas. Puesto que se trata del Dr. Bovet, que se le transmita esta respuesta.
Dr. Cramer - Usted dijo, si lo seguí correctamente, que es la madre quien le habla al niño, pero también es necesario que el niño la escuche. Quisiera hacerle una pregunta de ese "también es necesario que el niño escuche."
- ¡Sí!
- ¿Qué hace que un niño pueda escuchar? ¿Qué hace que un niño sea receptivo a un orden simbólico que le enseña la madre o que le aporta la madre? ¿Acaso hay allí algo inmanente en el hombrecito?
- Me parece que estaba implicado en lo que dije. El ser que llamé humano es esencialmente un ser hablante.
- Y un ser que también debe poder escuchar.
- Pero escuchar forma parte de la palabra. Lo que evoqué en lo concerniente al quizás. al todavía no, se podrían citar otros ejemplos, prueba que la resonancia de la palabra es algo constitucional. Es evidente que está vinculado con la especificidad de mi experiencia. A partir del momento en que alguien está en análisis siempre prueba que escuchó. Que usted haga surgir la pregunta de que hay seres que nunca escuchan nada es sugestivo ciertamente, pero difícil de imaginar. Me dirá usted que hay gente que quizás sólo escucha los rumores, es decir, que todo a su alrededor charlotea.
- Pensaba en los autistas por ejemplo. Seria un caso en el que lo pasible de ser recibido no está situado y donde el escuchar no puede producirse.
- Como el nombre lo indica, los autistas se escuchan ellos mismos. Escuchan muchas cosas. Esto desemboca incluso normalmente en la alucinación y la alucinación siempre tiene un carácter más o menos vocal. Todos los autistas no escuchan voces, pero articulan muchas cosas y se trata de ver precisamente dónde escucharon lo que articulan. ¿Usted trata autistas?
- Sí.
- Entonces, ¿que le parecen a usted los autistas?
- Precisamente, que no llegan a escucharnos, que permanecen arrinconados.
- Pero eso es algo muy diferente. No llegan a escuchar lo que usted tiene para decirles en tanto usted se ocupa de ellos.
- Pero también nos cuesta trabajo escucharlos. Su lenguaje sigue siendo algo cerrado.
- Es muy precisamente lo que hace que no los escuchemos. El hecho de que ellos no nos escuchan. Pero finalmente sin duda hay algo para decirles.
- Mi pregunta apuntaba un poco más lejos. ¿Acaso lo simbólico - y aquí utilizaré un cortocircuito- eso se aprende? ¿Existe algo en nosotros desde el nacimiento que hace que estemos preparados pura lo simbólico, para recibir precisamente el mensaje simbólico, para integrarlo?
- Todo lo que dije lo implicaba. Se trata de saber por qué hay algo en el autista o en el llamado esquizofrénico, que se congela, podría decirse. Pero usted no puede decir que no habla. Que usted tenga dificultad para escucharlo, para dar su alcance a lo que dicen, no impide que se trate, finalmente. de personajes más bien verbosos.
- ¿Concibe usted al lenguaje como no solamente verbal, considera que hay un lenguaje o verbal? El lenguaje de los gestos por ejemplo.
- Es una pregunta que ya fue propuesta hace mucho tiempo por un tal Jousse, a saber, que el gesto precedería a la palabra. Creo que hay algo específico en la palabra La estructura verbal es cabalmente específica y tenemos un testimonio de ello en el hecho de que aquellos a los que se llama sordomudos son capaces de un tipo de gesto muy diferente al gesto expresivo en cuanto tal. El caso de los sordomudos es demostrativo del hecho de que hay una predisposición al lenguaje, incluso en aquellos que están afectados por dicha invalidez - la palabra invalidez me parece en este punto totalmente específica. Tiene el discernimiento que puede tener algo significante como tal. El lenguaje con los dedos no se concibe sin una predisposición a adquirir el significante, cualquiera sea la invalidez corporal. No hablé para nada recién de la diferencia entre el significante y el signo.
O. Flournoy - Creo que al Sr. Auber le agradaría si usted eventualmente pudiese elaborar un poco la diferencia que acaba de mencionar
- Esto nos lleva muy lejos, a la especificidad del significante. El tipo del signo debe encontrarse en el ciclo de la manifestación que se puede, más o menos a justo título, calificar como exterior. Es no hay humo sin fuego. El signo es de inmediato captado del siguiente modo - si hay fuego alguien lo hizo. Aunque uno se percate después que la selva arde sin que haya un responsable. El signo se inclina siempre, rápidamente, hacia el sujeto y hacia el significante. El signo es inmediatamente captado como intencional. No es el significante. El significante es percibido de entrada como el significante.
-A lo largo de lo dicho usted pronuncio algunas frases sobre la mujer que me resultaron muy bellas. Por ejemplo, "La mujer no existe, hay mujeres. La mujer es un sueño del hombre. "
- Es un sueño porque no puede hacer nada mejor.
- O también: "La mujer es aquello con lo que el hombre nunca sabe arreglárselas." Parece que el título de su conferencia hablaba del síntoma y tuve la impresión de que finalmente la mujer es el síntoma del hombre.
- Lo dije con todas sus letras en mi seminario.
- ¿Puede decirse recíprocamente que el hombre es el síntoma de la mujer? ¿Quiere esto decir que para la niñita o para el varoncito el mensaje que la madre transmitirá, el mensaje simbólico, significante, será sobre lo mismo, dado que es la madre quien lo transmite, trátese de una niña o de un varón? ¿Hay una reciprocidad o una diferencia a la que no se escapa?
- Con toda seguridad hay una diferencia, que se debe al hecho de que las mujeres comprenden muy bien que el hombre es un bicho raro. Esto debe ser juzgado a nivel de las mujeres analistas. Las mujeres analistas son las mejores. Son mejores que el hombre analista.
- ¿Cuál es finalmente esa relación con el significante que parecer ser algo transexual, bisexual?
Sr. X. - ¿Las mujeres son mejores analistas, ¿mejores en qué? ¿Mejores cómo?
- Está claro que son mucho más activas. No hay muchos analistas que hayan dado fe de que comprendían algo. Las mujeres avanzan. Basta con ver a Melanie Klein. Las mujeres se adentran y lo hacen con un sentimiento muy directo de qué es el bebé en el hombre. Para los hombres es necesario un duro quiebre.
Sr. X. - Los hombres también tienen ganas de tener un bebé.
- De tanto en tanto tienen ganas de dar a luz, es ver dad. De tanto en tanto hay hombres que, por razones que siempre son muy precisas, se identifican con la madre. Tienen ganas no sólo de tener un bebé, sino de estar embarazados, esto sucede corrientemente. En mi experiencia analítica tengo cinco o seis casos así totalmente claros, que llegaron a formularlo.
Sr. Vauthier - ¿Como analista, tuvo usted la oportunidad de tratar en detalle pacientes psicosomáticos importantes? ¿Cuál es la posición del significante en relación a ellos? ¿Cuál es su posición en relación al acceso a lo simbólico? Se tiene la impresión de que no han alcanzado el registro simbólico, o que no se sabe cómo engancharlos a él. ¿Quisiera saber si en su modo de plantear el problema, usted tiene una fórmula que pueda aplicarse a este género de pacientes?
- Seguro que se trata de un dominio más que inexplorado. Finalmente, es de todos modos del orden de lo escrito. En muchos casos no sabemos leerlo. Tendría que decir aquí algo que introdujese la noción de escrito. Todo sucede como si algo estuviese escrito en el cuerpo, algo que nos es dado como un enigma. No es para nada sorprendente que tengamos como analistas esa sensación.
- ¿Pero, cómo hacerles hablar lo que está escrito? Hay ahí, me parece, un corte.
- Es totalmente cierto. Existe lo que los místicos llaman la firma de la cosas, lo que hay en las cosas que puede leerse. Signatura no quiere decir signum, ¿no es cierto? Hay algo para leer ante lo cual a menudo nadamos.
Sr. Nicolaïdis - ¿Acaso puede quizá decirse que el psicosomático se expresa con un lenguaje jeroglífico, mientras que el neurótico lo hace con un lenguaje alfabético?
- Pero eso es Vico.
- Uno siempre llega segundo.
- Obviamente uno siempre es segundo. Siempre hay alguien que ha dicho.
- Sin embargo, no habló de psicosomática.
- ¿Vico? Ciertamente no. Pero, en fin, tomemos las cosas por ese sesgo. Sí, el cuerpo considerado como marbete, como portando el nombre propio. Habría que tener de lo jeroglífico una idea un poco más elaborada que la que tenía Vico. Cuándo dice jeroglífico no parece tener - leí la Scienza nuova - ideas demasiado elaboradas para su época.
O. Flournoy - Me gustaría que tomasen la palabra nuestras compañeras. Sra Rossier. Que el diálogo intersexual comience.
Sra. Rossier - Quería decir que cuando usted habló, evocando a los psicosomáticos, de algo escrito [d'écrit] , yo entendí gritos [des cris] , el grito [le cri] . Me pregunté si la inscripción en el cuerpo de los psicosomáticos no se parece más a un grito que a una palabra y que por eso nos cuesta tanto trabajo comprenderlo. Es un grito repetitivo, pero poco elaborado. Para nada pensaría en el jeroglífico que ya me parece demasiado complicado.
- Un enfermo psicosomático es más bien complicado y se asemeja más a un jeroglífico que a un grito.
O. Flournoy - Y sin embargo un grito es endiabladamente difícil de traducir.
- Eso es verdad.
Sr. Vauthier - Siempre se hace concordar un significante con un grito. Mientras que en el psicosomático uno querría efectivamente lograr que concordase con un significante.
- Freud habla del grito en un momento. Sería necesario que lo vuelva a encontrar, pero eso fue un fracaso total.
Sra. Y - ¿La diferencia entre la palabra escrita y la palabra hablada? Usted parece pensar algo acerca de este tema.
- Es cierto que hay ahí una hiancia muy llamativa. ¿Cómo existe una ortografía? Es la cosa en el mundo que a uno lo deja más estupefacto y que además sea manifiestamente mediante el escrito como la palabra hace su brecha, por el escrito y únicamente por el escrito, el escrito de lo que se llama las cifras, porque no se quiere hablar de números. Hay algo ahí que es del orden de lo que recién se planteaba como pregunta - del orden de la inmanencia. El cuerpo en el significante hace rasgo y rasgo que es un Uno. Traduje el einziger Zug que Freud enuncia en su escrito sobre la identificación como rasgo unario. Alrededor del rasgo unario gira toda la cuestión de lo escrito. Al respecto, que el jeroglífico sea egipcio o chino da lo mismo. Siempre se trata de una configuración del rasgo. No en balde la numeración binaria sólo se escribe con 1 y 0. La cuestión debería juzgarse a nivel de ¿cuál es la suerte de goce que se encuentra en el psicosomático? Si evoqué una metáfora como la de lo congelado, es porque hay efectivamente esa especie de fijación. Tampoco Freud emplea en balde el término de Fixierung - es porque el cuerpo se deja llevar a escribir algo del orden del número.
Sr. Vauthier - Hay algo paradójico. Cuando uno tiene la impresión de que la palabra goce recobra un sentido con un psicosomático, éste ya no es un psicosomático.
- Totalmente de acuerdo. Es por ese sesgo, por la revelación del goce específico que hay en su fijación, como siempre debe tenderse a abordar al psicosomático. En esto podemos esperar que el inconsciente, la invención del inconsciente pueda servir para algo. Lo que esperamos es darle el sentido de aquello de lo que se trata. Lo psicosomático es algo que, de todos modos, está en su fundamento profundamente arraigado en lo imaginario.
Sr. Z. - Soll Ich werden, usted lo transcribió más o menos como el trabajo de "él es pensado". Pienso en el discurso del obsesivo que piensa, que repiensa, que cogita, quien en todo caso también llega a "él es pensado". El "él es pensado" ¿podemos comprenderlo como "dispensado", en el sentido en que el "dis" quiere decir de arriba hacia abajo, desmontar desarticular y finalmente hacer caer la estatua? ¿Podemos hacer una conjunción entre el "dispensado" y el "él es pensado".
- Esto tiene la más estrecha relación con la obsesión. El obsesivo es muy esencialmente alguien que es piensa El es piensa avaramente. El es piensa en circuito cerrado. El es piensa para sí mismo. Esta fórmula me fue inspirada por los obsesivos. Reconoció usted muy bien su afinidad con el obsesivo, pues yo no la dije.
Sra. Vergopoulo - Hay algo, en relación al tiempo, que me llamó la atención en el seminario. El concepto es el tiempo de la cosa. Usted dice que en el marco de la transferencia la palabra sólo tiene valor de palabra, que no hay emoción ni proyección ni desplazamiento. ¿Debo decir que no entendí muy bien cuál es el sentido de la palabra en la transferencia?
- ¿A qué apunta como respuesta? ¿A la relación del concepto con el tiempo?
- A la relación entre la palabra antigua y la palabra actual. En !a transferencia si la mira de la interpretación es acertada ello se debe a la coincidencia entre la palabra antigua y la palabra actual.
- Hace falta que de tanto en tanto me ejercite en algo tentativo. Que el concepto sea el tiempo es una idea hegeliana. Pero resulta que, en una cosa que está en mis Escritos, acerca de El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada, subrayé la función de la prisa en la lógica, a saber, que uno no puede permanecer en suspenso por que hace falta en un momento concluir. Me esfuerzo allí en anudar el tiempo con la lógica misma. Distinguí tres tipos, pero está ya algo vetusto, lo escribí hace ya mucho tiempo, inmediatamente después de la guerra. Hasta cierto punto, se concluye siempre demasiado pronto. Pero ese demasiado pronto es la evitación de un demasiado tarde. Esto está relacionado totalmente con lo más recóndito de la lógica. La idea del todo, de el universal, ya está prefigurada de alguna suerte en el lenguaje. El rechazo de la universalidad es esbozado por Aristóteles y lo deja de lado, pues la universalidad es lo esencial de su pensamiento. Puedo proponer con cierta verosimilitud que el hecho de que Aristóteles lo deje de lado es el índice del carácter, a fin de cuentas, no necesitado de la lógica. El hecho es que sólo hay lógica en un ser vivo humano.
Sr. Melo - En su primera respuesta usted partió de la palabra serio y llegó a la noción de serie. Me llama mucho la atención como reaccionamos ante esa palabra serie, alineando una serie de enfermos, unos tras otros. Tuvimos al autista, al obsesivo, al psicosomático y también la mujer Esto me llevó a pensar en el hecho de que usted viniese a hablarnos y que nosotros hayamos venido a escucharlo. He aquí mi pregunta . ¿No piensa usted que entre transferencia y contratransferencia existe realmente una diferencia que se sitúa a nivel del poder?
- Es de todos modos sumamente demostrativo el hecho de que el poder jamás reposa sobre la fuerza pura y simple. El poder es siempre un poder vinculado con la palabra. Resulta que después de haber machacado ciertas cosas durante un tiempo muy largo, atraigo gente por mi charloteo que, evidentemente, no tendría ese poder si no estuviese seriado, si no convergiese en algún lado. Es de todos modos un poder de un tipo muy particular. No es un poder imperativo. Yo no le doy órdenes a nadie. Pero toda la política reposa en que todo el mundo está demasiado contento al tener alguien que le diga. Hacia adelante, marchen - no importa hacia adonde además. El principio mismo de la idea de progreso es que se cree en el imperativo. Es lo más original que hay en la palabra e intenté esquematizarlo - lo encontrarán en un texto que se llama Radiofonía y que ya no recuerdo adonde lo dí. Se trata de la estructura del discurso del amo. El discurso del amo se caracteriza por el hecho de que en determinado lugar, hay alguien que hace semblante de comandar. Ese carácter de semblante - "De un discurso que no fuera semblante" sirvió como título de uno de mis seminarios- es totalmente esencial. Que haya alguien que acepte encargarse de esa función del semblante y todo el mundo finalmente estará encantado. ¿Si alguien no hiciese semblante de comandar, dónde terminaríamos? Y mediante un verdadero consentimiento fundado en el saber de que hace falta que haya alguien que haga semblante, los que saben marchan igual que los demás. Lo que usted acaba de captar ahí a través de cierta manera de tomar distancia, es lo que usted evoca de una sombra de poder.
O. Flournoy - Todavía una pregunta en la serie que mencionó en Dr Melo . Usted introdujo a propósito de la psicosis el término de forclusión, que es empleado sin que se sepa muy bien qué recubre. Me pregunté, al escucharlo, si en el psicótico lo que está forcluído es el goce. ¿Pero acaso se trata de un semblante de forclusión o de una verdadera forclusión? En otros términos, ¿el psicoanálisis puede o no llegar a un psicótico?
- Es una muy linda pregunta. Forclusión del Nombre-del-Padre. Esto nos lleva a otro piso, al piso dónde no sólo está el Nombre-del-Padre, sino también el Padre- del-Nombre. Quiero decir que el padre es aquel que nombra. Está muy bien evocado en el Génesis donde encontramos toda esa payasada de Dios que le dice a Adán que dé un nombre a los animales. Todo sucede como si allí hubiese dos pisas. Se supone a Dios el saber qué nombres tienen, pues es él quien, supuestamente, los creó y luego todo sucede cual si Dios quisiese poner a prueba al hombre y ver si sabe imitarlo.
Hay al respecto historias en Joyce - Jacques Aubert debe saber muy bien a qué aludo, ¿no es cierto? Aquel que dirá primero gou a la gouse, dirá oua a la oua. Es manifiesto que en el texto el hombre está puesto en una posición grotesca. Yo, me sentiría bastante inclinado a creer que, contrariamente a lo que le resulta chocante a mucha gente, son más bien las mujeres las que inventaron el lenguaje. Por otra parte, el Génesis lo da a entender. Con la serpiente, ellas hablan - es decir, con el falo. Hablan todavía mucho más con el falo en la medida en que para ellas, entonces, es hétero.
Aunque sea uno de mis sueños, se puede de todos modos formular la pregunta - ¿cómo inventó eso una mujer? Puede decirse que está interesada en eso. Contrariamente a lo que se cree, el falocentrismo es la mejor garantía de la mujer. Sólo se trata de eso. La Virgen María con su pie sobre la cabeza de la serpiente, quiere decir que se ;sostiene en ella. Todo esto fue imaginado, pero de una manera casi sin aliento. Puede decirse sin la menor seriedad pues hace falta alguien tan chillado como Joyce para retomar eso.
El sabía muy bien que sus relaciones con las mujeres eran tan sólo su propia canción. Intentó situar al ser humano de un modo que sólo tiene un mérito, el de diferir de todo lo que fue enunciado sobre ello precedentemente. Pero, a fin de cuentas, todo eso es una forma de remachar, es síntoma.
Es aquello a lo que me siento más atraído , es decir, que es hablando estrictamente la dimensión humana. por eso hablé de Joyce-el-sínthoma, de ese modo, de un solo rasgo.
NOTAS
1 . La transcripción de un momento de la conferencia falta aquí.
*a Lacan juega con la similitud en francés entre dénuement (indigencia) y dénouement (desanudamiento o desenlace). [N. T. ]
*b El autor utiliza moterialisme, que condensa materialime (materialismo) con mot (palabra) . [N. T. ]
*c Juego de palabras en base a la homofonía en francés entre saint homme (santo hombre) y symptôme (síntoma). [N. T ]
*d Juego de palabras en base a la homofonía y ortografía entre Lagache y là gâché. [N. T. ]
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