Pase lo que pase



Mario Brito
Psicoanalista A.E. de la Escuela de Psicoanálisis del Campo Lacaniano - Foro de Caracas IF


Lo que hoy quiero transmitirles es el saber de una experiencia, de la propia, sobre el fin de análisis y su relación con el pase. Una enseñanza más, como muchas otras registradas, que hablan de un fin con diversos finales.

Complicado se hace hablarles de ese saber sin vincular el testimonio transmitido, lo que se produce en el pase, lo que se mostró posteriormente y lo que he acopiado de la experiencia; porque aunque disarmónico, se hace imposible el uno sin el otro; y así es lo que es, porque “el inconsciente quizá sea disarmónico, pero nos lleva a ese real, real del fantasma”[1]. (Lacan cit. Por De la Oliva, M; s/f).

Ese saber es el que hoy comparto con ustedes, que como sorpresa se presentó y me condujo al Pase. Un deseo que para mí implica transmisión y compromiso con la Causa de la Escuela.

El estar aquí guarda un significado, un nuevo encuentro con preguntas sobre mi experiencia de análisis, de donde se desprenden las notas que me he formulado con respecto al fin de análisis y su relación con el pase.

Comenzaré por los tiempos del final, en donde tuve un sueño que marcó el inicio del momento de concluir y anunció el pase. En ese sueño me encontraba en un auditorio que podía ser como este, en donde celebrábamos un encuentro. Yo estaba de espectador y quien fuese mi analista presentaba un trabajo sobre un caso clínico. Yo no escuchaba claramente la voz de la analista, pero al verle, como si lo supiera, me di cuenta que presentaba mi trabajo de análisis. Al darme cuenta me molesté y decía que eso no le correspondía a ella, que solo yo podía presentar ese trabajo.

En esos tiempos, me encontraba impulsado en la perplejidad de mis producciones. El inconsciente estaba a merced de una elaboración que se daba más allá de estar presente en el dispositivo analítico. Cada momento se traducía en un nuevo saber propio de aquello que estaba escrito en mi inconsciente y que en forma de asombro, confluía con las actividades de la formación en la Escuela.

Pasaba por un momento incomparable, no designado como un punto en el tiempo, sino más bien como un intervalo. Hoy, puedo considerar que estaba articulado con una posición distinta en mi recorrido analítico.

Un día, al conducir había el consultorio de mi analista y manejando como se dice en automático, me encontraba absorto con mis elaboraciones; y sin darme cuenta, me pasé del edificio en donde se halla su consultorio. Al regresarme, me reía de mi acto fallido. La analista había quedado afuera y el momento oportuno, la ocasión para pasar al acto estaba por presentarse.
Al tomar el ascensor, ya no se desplegó la duda que varias veces me invadió en ese tiempo: ¿el consultorio está en el piso uno o en el dos? Tantos años yendo al mismo sitio y que se presentara esa duda. Ese día dije: “Está en el uno, no en el dos, ella está en el uno, yo también”. Todo empujaba al fin.
Entro al consultorio y me recuesto en el diván. Comencé a hablar, pero era un hablar en forma de rodeo, como el que no quiere decir nada. Mi atención se dirigía hacia un ruido de metales. Parecía como que ella estuviese jugando con unos clips dentro de un envase y me imaginarme del diván y verle revolver los pequeños artificios. Al mismo tiempo me decía: “Ya ni me para, pero la verdad que ya no necesito que me pare”. Esta es una expresión muy propia de nuestra cultura, que puede entenderse por el lado de prestar atención, en mi caso, con la mirada.
En ese instante, como si estuviese leyendo mi pensamiento, me pregunta: “¿Qué es lo que quieres decir que le estás dando tanta vuelta?” y sin pensar respondí: “Pues ya no tengo más nada que decir aquí”. Me paré del diván, la miré, di las gracias y le comenté: “te llamaré para reunirnos y presentarte el material que voy a llevar al pase”. En ese momento se había puesto en acto el deseo; y al salir, algo seguía vibrando. Esa salida fue el instante del fin de análisis, pero… ¿fue el final?
El momento de concluir y el momento del pase, “están correlacionados pero uno no se sobrepone al otro”[2] y entre los momentos aparece el momento oportuno, el instante, que debe ser cogido al vuelo para pasar al acto; por eso el fin es un acto, un no pienso.
En el diccionario encontré que el vocablo “fin” puede formarse en sentidos, “como términos o acabamiento de, o como objetivo a que se ordena”. En el lenguaje de las redes informáticas, el “fin” es sólo un “identificador que no cierra la conexión sino que avisa el cierre de la misma; es decir, que impulsa el inicio del proceso de cierre”[3].
Tomando en cuenta ambas definiciones se pudiese decir que el fin de análisis es un instante, un acto, en donde albo acaba y algo se ordena, que avisa el cierre pero que no es el cierre, sino que impulsa el inicio del proceso de cierre.
Por lo tanto, el momento de concluir es como una puerta batiente. La puerta batiente bascula de un lado a otro y en su oscilar algo pasa. Cada oscilación es un encuentro con un punto de acabamiento y lo que se ordena por el lado del deseo. En ese oscilar, está un instante que cogido sin pensar, pasa al acto.
Este acto impulsa el inicio del proceso de cierre. Si el cierre se presenta en el último momento dentro del dispositivo analítico, se puede pensar que el indicador del fin estuvo antes; sino, este final puede estar en el momento del pase o después de pase. Por esto, el momento del pase se sitúa lógicamente en el más allá del momento de concluir, aunque el deseo esté desde antes.
Trinidad Sánchez, en su trabajo Desde antes nos dice: “el desencadenamiento de la salida transporta una certeza… La analista queda atrás, el enigma que le había rodeado durante tanto tiempo se había transformado en saber y su decir se había convertido en deseo” [4].
Sabemos que la meta de cualquier tratamiento psicoanalítico es llevar al analizante a articular la verdad de su deseo, pero la cuestión del fin consiste en algo más que saber si la cura ha alcanzado o no su meta; se refiere a su se ha llegado a su punto final lógico.
En este sentido, se ubica el planteamiento de fin con diversos finales. Un analizante puede lograr dar cuenta de ese punto final en el momento de concluir dentro del dispositivo analítico, o puede que éste se dé más allá; por lo tanto, esto permite presentar algunas preguntas: ¿Es el pase parte del fin de análisis? ¿Hay análisis más allá del análisis? ¿El pase puede generar efectos que conllevan a un final después del pase?
En el seminario Los cuatro conceptos fundamentales, Lacan se pregunta sobre el destino de la pulsión. Cómo es vivida la pulsión “luego” del atravesamiento del fantasma. Este “luego”, el cual señalo entre comillas, nos podría indicar que está en un tiempo distinto y que se encuentra fuera del dispositivo analítico, en un momento más allá del análisis; por lo tanto, el pase podría ser ese momento.
En un trabajo titulado Antes, durante y después del pase, manifesté que el pase significó para mí una vuelta más y en ese momento, es que puede anudar puntos que quedaban de mi análisis.
Como producto del trabajo analítico existía un saber, pero faltaba al menos una vuelta. Vuelta que comenzó con el momento del pase y que continuó después de haber transitado el dispositivo.
Estoy seguro que no hubiese podido lograr formalizar la lógica final del análisis sino hubiese sido por la experiencia de circular por el pase. Un circular, como efecto de las entrevistas de las pasadoras, permitió un encuentro con un saber que un quedaba como sombras del análisis.
Al respecto, en el texto sobre la experiencia del pase del 3 de Noviembre de 1973, dice Lacan que alguien le habló de que el pase era algo así como un “relámpago”. A lo que Lacan se preguntó: “¿puede el pase poner de relieve a quien se ofrece a él, como es capaz de hacer el relámpago, con una luz totalmente distinta un cierto sector de sombras de su análisis? Es una cosa que sólo incumbe al pasante”[5].
Ante esto, algunos testimonios dan cuenta que durante el procedimiento del pase se reabre el inconsciente, reapareciendo sueños, presentándose lapsus, actos fallidos, dichos y enunciados que parecen dar cuenta que es el único modo de hacer pasar la experiencia. En algunos casos, los pasantes arriban a ese final lógico en el pase mismo y restos que no han sido perdidos en el análisis se pierden en el pase. En particular, aquellos referidos al objeto causa de la división del pasante y no al lugar transferencial relativo al Sujeto Supuesto Saber.
En mi caso, ese rayo de luz se tradujo en un significante, “VERIFICAR” y una frase “PASE LO QUE PASE”, que en ese momento me permitió encontrar sentido a los actos fallidos que se generaron durante mi viaje a Sao Paolo, en donde tuve la entrevista con la secretaria del pase; así como otros, que se mostraron en el aeropuerto al salir hacia Medellín, cuando me dirigía a encontrarme con las pasadoras. En realidad, en el dispositivo es donde pude darme cuenta de ese significante que amarra toda una historia, síntomas, la relación transferencial y la posición de goce.
En una de las entrevistas, tuve un lapsus que conllevó al “pase lo que pase”. Tal fue el acontecimiento, que como efecto la use para finalizar un email que envié a mi analista. Este email, significó la despedida y el duelo del fin del análisis, fue el final.
De “nada que ver-me” donde el sujeto sostiene la seguridad que le da ese fantasma, donde se constituye la ventana sobre lo real, se hace un vuelco donde se percibe que el asidero del deseo no es más que el de un de-ser, “pase lo que pase”.

Pero esto no termina aquí, la puerta batiente aun no deja de oscilar, en algún momento se detendrá pero no es ahora y cuando digo ahora, me refiero a este momento. Considero que este vibrar es el que puede llevar a algunos pasantes a “un análisis más allá del análisis” y en otros a la transferencia de trabajo.
Unos días antes de enviar el título de este trabajo, me encontraba leyendo nuevamente la proposición del 9 de Octubre de 1967. En un momento, la lectura se interrumpe por una llamada, era mi padre quien se encuentra en España y me comentaba que iba a postergar su viaje a Venezuela por problemas de salud de mi abuela… al finalizar me dice: “bueno hijo, vamos a ver…”
Retomo mi lectura y en el momento que estoy leyendo sobre el paso de analizante a analista; en retroacción, como es propio del tiempo lógico, se presentó el momento de comprender.
Ese “vamos a ver” con el que tanto peleaba con mi padre, está inscrito en mí; pero el trabajo analítico le ha dado un vuelco, “un más allá del padre”. Le estar presente hoy ante ustedes es posible porque me permito “vérmelas, pase lo que pase”.
En conclusión, “el analista es el analizante perenne después del análisis”, porque su deseo le lleva a interrogarse permanente. Esto es lo que permite esta apertura a lo nuevo y posibilita la enseñanza; pero para eso, se requiere un recorrido que demanda un tiempo interminable o hasta que la puerta batiente deje de oscilar. La formación del analista no es algo que podamos contabilizar en el tiempo cronológico, porque el inconsciente no se maneja en esos tiempos.

Referencias Bibliográficas
Evans, Dylan (2005).- Diccionario Introductorio de Psicoanálisis Lacaniano. Paidós: Buenos Aires.
Fingermannm Dominique (2006).- El momento del pase. Trabajo publicado en “La Azotea”, Revista del Foro Lacaniano de Velezuela, No. 7- Junio 2009. Caracas
Soler, Colette (2001).- Qué se espera del Psicoanálisis y del Psicoanalista: Conferencias y Seminarios en Argentina. Buenos Aires: Editorial Letra Viva.
Wainsztein, Silvia (1999).- Pases y fin de análisis. Recuperado en http://www.efba.org/efbaonline/wainsztein-09.htm


[1] De la Oliva, M. (s/f). Temporalidad del Pase y Post-pase. Recuperado en: www.ffcle.es/temporalidaddelpaseypospasedelaoliva.doc
[2] Brito, Mario. Antes, Durante y después del pase. Trabajo presentado en el cierre del colegio clínico 2008-2009. Inédito.
[3] Glosario.net (2006). Definición de términos filosóficos. Recuperado en: http://lengua-y-literatura.glosario.net/terminos-filosóficos/fin5794.html
[4] Sánchez-Biezma de Lander, Trinidad (2009). Desde antes. Trabajo publicado en “La Azotea”, Revista del Foro Lacaniano de Venezuela, No. 7 – Junio. Caracas
[5] Lacan, Jacques (1973).- Sobre la experiencia del pase, 3 noviembre 1973, Ornicar?, n° 1. Ed. Petrel. Barcelona 1981. 

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