MI PROFESORA AMANDA


POR: Esteban Ruiz Moreno
Fecha: 9/11/08

Recuerdo los azarosos mediodías de segundo de primaria en los cuales, en mi recuerdo nebuloso, mi profesora de Ciencias Sociales, Amanda, me obligaba a quedarme hasta aprender el último carácter del tema de aquel día. No recuerdo si eran martes o jueves, no sé por qué motivo odio tales días, no sé tampoco porque se me hacen amados a veces.
Mi profesora Amanda, como una flor amada, como un lirio del olvido; sus cabellos eran largos y rizados, sus ojos un poco caídos, su tez un poco bronceada.
Ella era mi tormento por la sencilla razón de que la niñez consta de juegos y risas y no de castigos sin almuerzo, era mi tormento porque hablaba de la Constitución de la República de Colombia, de la Democracia (sí, lees bien, con D mayúscula), de las tres ramas del poder del Estado: ejecutivo, legislativo y judicial, sobre la magnificencia de nuestros héroes, sobre la Gran Colombia, La Patria boba, sobre nuestros venerables padres de la patria, sobre el jefe de Gobierno…
Recuerdo que mi colegio, el único de San Juan de Pasto, utilizaba la doble jornada para sus fines formativos y entonces ahí estaba el meollo del problema. Todas las Ciencias Sociales eran para mí el peor castigo, la más cruenta hazaña.

Mi profesora Amanda, pobre, creía que Colombia era el país de los derechos humanos; era el país de la democracia; de la participación del pueblo; creía que nuestros padres de la patria, “sus amadísimos” congresistas, eran gente de bien, eran gente de fiar, eran la Gente que necesitábamos para constituirnos como una República y no como una “republiqueta”. Pobre, me hablaba de Simón Bolívar, de Santander, de Nariño, sus ojos centelleaban, sus manos se crispaban, sus cabellos se erguían, cuando hablaba de sus ideales.

Ay, Amanda, Amanda, Amanda…

¿Cómo se pondría tu corazón valeroso al saber de los hijos de tu patria cercenados con motosierras? ¿Cómo se te crisparía el cabello rizado al saber de los hijos de la patria que tanto amabas quemados por el oro negro encendido bajando incesante por un pueblito llamado “Machuca”? ¿Cómo se humedecerían tus ojos al saber del escandaloso porcentaje de Padres de la patria en vínculos y alianzas, ALIANZAS Amanda con el paramilitarismo? Ay, Amanda…

Sólo el tiempo nos dirá cuánto envejeció tu rostro, cuánto se murió tu corazón idealista.

Quisiera saber, no por motivo de venganza, quisiera saber infinitamente, casi desmesuradamente, qué cruza por tu cabeza cuando las declaraciones de Ever Veloza alías H.H. indican que todas, TODAS las CONVIVIR pertenecían a las AUC; quisiera saber qué cruza por tu corazón cuando las CONVIVIR fueron el gran proyecto político del entonces Gobernador de Antioquia Álvaro Uribe Vélez y bien visto por el entonces Presidente de Colombia César Gaviria; quisiera ver cómo sangra tu alma idealista al ver los miles de secuestrados por las FARC en las selvas hablando con árboles, dando clases a los palos para no enloquecer de tristeza, para no morir de soledad; quisiera verte cuando el Consejo de la Judicatura dice que no comprometan el nombre del ministro Diego Palacio en el delito de cohecho, ese delito que cometió con Yidis, menuda idiotez, la misma instancia gramatical de la palabra cohecho quiere decir que es un hecho cometido por dos partes; quisiera verte hoy más que nunca, quisiera ver el fulgor de tus ojos, quisiera ver la mueca en tu cara.
(Unos pocos casos de nuestra destrozada Colombia, pocos casos en la dimensión colosal de cuantos ocurren)
¿Lloras, como yo, por nuestra patria desolada?

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