Ejercicio mental‏



¿Tienes veinte minutos?

Sabía que sí. Cierra bien la llave del agua que tengas más cerca.
Ubícate imaginariamente en un campo de fútbol, digamos el del Estadio Libertad (un área de fútbol mide por reglamento, generalmente, algo así como cien metros). Muy convenientemente desplázate hasta el área de tiro de esquina, vislumbra todo el campo como una inmensa lámina de acetato blanco (nos será útil para fijar con exactitud medidas pequeñas en él). Allí, en el final del liso y ebúrneo material con el que la imaginación ha tapizado el césped, inclínate y traza con lápiz de fina punta cada uno de los veinte últimos milímetros. Dos centímetros. Ponte de pie de nuevo y notarás que los ojos distinguen las líneas trazadas con algo de dificultad.
Estableceremos que cada centímetro trazado representa la duración de un milenio, por ende, cada milímetro representa un siglo, los últimos veinte siglos de la historia.
Vayamos de derecha a izquierda, como los árabes al escribir y los ebrios al conducir, y tracemos una marca a 5 centímetros del final: en ese punto surgieron las primeras civilizaciones (China, Egipcia, Mesopotamia), antes de ello el hombre vivía quizá en pequeños grupos nómadas. Muchos creen que las más antiguas pirámides podrían tener más de once mil años de antigüedad, la marca de este punto estará a 11 centímetros del extremo de nuestro plano. Los Homo Sapiens arcaicos aparecen a unos 60 centímetros (600 mil años), y nuestros ancestros anteriores se desprenden de la forma puramente primate en un punto que tendremos que trazar… ¡a los 25 metros de distancia! (2,5 millones de años).
Lastimosamente nuestro campo sólo mide 100 metros, como hemos dicho, lo cual nos sirve para representar solamente los últimos 10 millones de años de la historia, pero dado que aún nos quedan algunos de los veinte minutos que tenemos, imaginaremos que atravesamos las paredes del estadio y nos prolongamos hacia atrás, a 650 metros de distancia: allí estará la marca que representa el punto en la historia donde se calcula que un meteoro segó la oportunidad de los grandes reptiles y nos dio a los mamíferos la chance de conquistar la superficie de la tierra, la extinción de los dinosaurios de hace 65 millones de años.
Por simple economía imaginativa no iremos a los 150 kilómetros que deberíamos recorrer para marcar el momento del big-bang, ni a la creación del planeta tierra como producto de la expansión cósmica, que se marcaría a 45 kilómetros de distancia de nuestro estadio; pero tendremos en cuenta esos datos, y también que a 38 kilómetros estaría dibujado el momento de la aparición del agua, a escasos metros del momento en que marcaríamos que las primeras formas de vida aparecieron en el planeta. Sí, eso de que ‘el agua es vida’ es puramente cierto.
Volvamos al estadio.
Subamos la gradería y podremos tener una visión completa del plano que representa los últimos 10 millones de años. ¿Logras ver los veinte milímetros que trazaste al final del plano? Casi imposible. Volvemos allí, nos inclinamos para apreciar esas líneas finales, seamos conscientes de que habrá necesidad de utilizar una lupa si quisiéramos marcar nuestros años o la distancia de cualquier vida natural humana, ¡la era atómica mide apenas 0,7 milímetros!, ¡los años de este siglo en que vivimos apenas superan nuestro plano en un décimo de milímetro!

Si consideras que los datos científicos son todas unas invenciones de hombres con poca fe debí decirte que mejor detuvieras el ejercicio mental y te dedicaras a orarle a tu dios de 4 centímetros de edad oraciones de religión de dos centímetros para que te sacara de la cabeza las cosas odiosas que acababas de leer. Espero que no sea el caso.

El ejercicio nos permite ver lo frágil, efímera, que resulta nuestra presencia en el universo, surge entonces la necesidad de preguntarnos por qué diantre nos hemos creído los humanos tan importantes como para pretender que ese universo, nuestro planeta, sus recursos y la vida misma han sido puestos aquí exclusivamente para nuestro abuso y despilfarro…
Qué importante resultó que cerraras la llave del agua hace veinte minutos, te has despegado un poco de ese tipo de pretensiones ridículas tan naturales en nosotros. Esa agua es el material más preciado del universo, origen de la vida y eje fundamental de su subsistencia.

Estamos de paso, sólo de paso, somos visitantes y seguramente un día tendremos que irnos, y es un gesto de terrible educación de parte de quien visita eso de andar cogiéndolo todo a patadas en el trayecto.
Quizá tengamos que prestarle más atención a la forma en que damos legitimidad a la existencia, tal vez la visión de esas medidas de tiempo nos haga sentir por error que la existencia misma no tiene gran valor, por error; tal vez estamos solos, muy solos. Quizá lo estemos, pero bueno, por lo menos ahora, justo ahora, vos y yo no lo estamos tanto.

Un abrazo,

Queen

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