MUERTE DE OTRA TEMPORADA
POR: Esteban Ruiz Moreno
Fecha 19/10/07
Muere otra temporada que estuvo marcada por el simple hecho de presentar un evento que no se daba hace casi 30 años. Se presenta también la estupidez de la mano de la cobardía, untada de un poco de injusticia, de un poquito de traición.
Muere otra temporada de Fórmula Uno, de ese campeonato que hiciera exaltar al más enrarecido cuando Montoya estuvo, de ese mismo campeonato que tantos abandonaran espantados cuando el mismo – antes prócer, después idiota – fue echado por una de las dos escuderías más fuertes de la historia de este deporte que parece a simple vista una mezcla de yuppies y niños pequeñitos jugando con sus juguetes de no sé si casi 400.000 dólares, y eso sin hablar del desarrollo que alcanza dimensiones espaciales, en tanto el dinero y en tanto el exacto término de la palabra.
La cosa es que está muriendo porque este fin de semana es la última carrera y hace casi 30 años no se presentaba esta situación ejemplar de que tres pilotos lleguen con posibilidades de ser campeones del mundo a la última carrera.
Primero asistí a un hecho memorable: un novato ganó su primera carrera en su primera temporada, cosa harto inusual, puesto que sólo 9 pilotos han logrado eso en toda la historia. Este novato, de nombre Hamilton, deslumbró al mundo porque después de haber estado en todos los podios hasta que ganara y más, y porque después de ganar su primera carrera en su primera temporada fue más allá y se convirtió en el líder de la clasificación mundial. Esto es de saberse: nunca un novato ha ganado el campeonato del mundo. Este piloto de raza negra, el primero de raza negra que corría un F1 ya no hacía hablar a la gente por el color de su piel, sino por derrotar la historia, sino por ser el primero, el único, el inolvidable.
En otro lado Alonso y su falta de despegue, de acomodarse a la silla, y de muchas otras cosas más. Pero el campeón no se debe subestimar. Fernando volvió y ahora solamente está a dos puntos…
Agazapado y entre las sombras Kimmi, ganando puntos, ganando carreras, en las toldas rojas donde todo parecía perdido ante la supremacía de McLaren y la inestabilidad, la vulnerabilidad, la desconfianza, la inseguridad de los dos pilotos del coche italiano. Ahora Kimmi está a cuatro puntos.
Yo quisiera que se dé la justicia antes que la deshonra.
Lo digo porque es muy visible que el novato ha sido beneficiado por McLaren en su lucha contra su compañero de equipo, todo por ser británico. Puede parecer inestable, pero todo lo indica así.
Yo celebraría que Alonso ganara contra todo pronóstico, contra todo ser que pensaba coger la pala y enterrarlo, contra todo ser que lo creía muerto, contra toda la prensa que rodea la F1 y hasta maneja un poco los hilos, contra el mismo Ron Denis que hizo de su novato el rey antes de coronarlo e hizo de todos sus enemigos cuando Hamilton parecía ganar y en una maniobra insólita en China se quedó atascado para siempre en la cama de leca.
Si estoy pecando, entonces peco, pero quisiera que Alonso gane en contra de tanta injusticia, de tanta traición, en contra de tanta mierda de este deporte de niños ricos, de maniobras inauditas, de la muerte al lado, de sobrepasos dignos de seres superiores.
Quisiera que gane Alonso, o en su defecto Raikkonen, y de pronto hasta esperar otros 50 años para que un piloto pueda ganar en su debut en el campeonato del mundo de Fórmula Uno.
Fecha 19/10/07
Muere otra temporada que estuvo marcada por el simple hecho de presentar un evento que no se daba hace casi 30 años. Se presenta también la estupidez de la mano de la cobardía, untada de un poco de injusticia, de un poquito de traición.
Muere otra temporada de Fórmula Uno, de ese campeonato que hiciera exaltar al más enrarecido cuando Montoya estuvo, de ese mismo campeonato que tantos abandonaran espantados cuando el mismo – antes prócer, después idiota – fue echado por una de las dos escuderías más fuertes de la historia de este deporte que parece a simple vista una mezcla de yuppies y niños pequeñitos jugando con sus juguetes de no sé si casi 400.000 dólares, y eso sin hablar del desarrollo que alcanza dimensiones espaciales, en tanto el dinero y en tanto el exacto término de la palabra.
La cosa es que está muriendo porque este fin de semana es la última carrera y hace casi 30 años no se presentaba esta situación ejemplar de que tres pilotos lleguen con posibilidades de ser campeones del mundo a la última carrera.
Primero asistí a un hecho memorable: un novato ganó su primera carrera en su primera temporada, cosa harto inusual, puesto que sólo 9 pilotos han logrado eso en toda la historia. Este novato, de nombre Hamilton, deslumbró al mundo porque después de haber estado en todos los podios hasta que ganara y más, y porque después de ganar su primera carrera en su primera temporada fue más allá y se convirtió en el líder de la clasificación mundial. Esto es de saberse: nunca un novato ha ganado el campeonato del mundo. Este piloto de raza negra, el primero de raza negra que corría un F1 ya no hacía hablar a la gente por el color de su piel, sino por derrotar la historia, sino por ser el primero, el único, el inolvidable.
En otro lado Alonso y su falta de despegue, de acomodarse a la silla, y de muchas otras cosas más. Pero el campeón no se debe subestimar. Fernando volvió y ahora solamente está a dos puntos…
Agazapado y entre las sombras Kimmi, ganando puntos, ganando carreras, en las toldas rojas donde todo parecía perdido ante la supremacía de McLaren y la inestabilidad, la vulnerabilidad, la desconfianza, la inseguridad de los dos pilotos del coche italiano. Ahora Kimmi está a cuatro puntos.
Yo quisiera que se dé la justicia antes que la deshonra.
Lo digo porque es muy visible que el novato ha sido beneficiado por McLaren en su lucha contra su compañero de equipo, todo por ser británico. Puede parecer inestable, pero todo lo indica así.
Yo celebraría que Alonso ganara contra todo pronóstico, contra todo ser que pensaba coger la pala y enterrarlo, contra todo ser que lo creía muerto, contra toda la prensa que rodea la F1 y hasta maneja un poco los hilos, contra el mismo Ron Denis que hizo de su novato el rey antes de coronarlo e hizo de todos sus enemigos cuando Hamilton parecía ganar y en una maniobra insólita en China se quedó atascado para siempre en la cama de leca.
Si estoy pecando, entonces peco, pero quisiera que Alonso gane en contra de tanta injusticia, de tanta traición, en contra de tanta mierda de este deporte de niños ricos, de maniobras inauditas, de la muerte al lado, de sobrepasos dignos de seres superiores.
Quisiera que gane Alonso, o en su defecto Raikkonen, y de pronto hasta esperar otros 50 años para que un piloto pueda ganar en su debut en el campeonato del mundo de Fórmula Uno.
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