"El Por-venir del Psicoanálisis"
Mario Brito
Afonso
Foro de Caracas - Venezuela - IF
En la conferencia titulada “El porvenir del
Psicoanálisis”, pronunciada por Freud en Nurenberg a finales de marzo de mil
novecientos diez, se extiende una invitación a los analistas a considerar que
los cambios sociales y los cambios en la clínica, exigen giros en la terapia
psicoanalítica; no obstante, no se trata de giros que conlleven a deformar el
psicoanálisis en alguna innovadora expresión de psicoterapia o desplazamientos
que violenten el dispositivo psicoanalítico. En realidad, las sacudidas no
deben llevarnos a perder nuestros principios, sino a incrementar la efectividad
del psicoanálisis, junto a las transformaciones que presentan las sociedades y
el avance del saber analítico. Por lo tanto, necesitamos preguntarnos sobre la
subjetividad de los nuevos tiempos y los que están por-venir para poner
nuestros relojes en hora.
No podemos suponer que la magnitud de las
dificultades que se alzan en nuestro porvenir se ha superado o se podrán atender
desde lo que hasta ahora conocemos. Seguramente los cambios del mundo
–y con ellos los de la clínica– exigen preguntarse por el lugar que tiene allí
el psicoanálisis y la tarea del analista, sabiendo que desde hace cien años se
ha defendido su puesto.
De la época victoriana
al presente mundo globalizado, muy pocas cosas han podido sostenerse. Estos
nuevos tiempos se caracterizan por la ruptura que se opera en los ideales y los
valores tradicionales, especialmente de la familia, y una exuberancia continua
de plus de gozar “desechables”, falsos objetos “a”, que se ofrecen al consumo
público en el lugar de los ideales, que se han vuelto obsoletos.
Nuestra actualidad se caracteriza por la
acelerada acentuación de la declinación de la función del padre –que Lacan
denuncia desde sus inicios en La familia (1938)–, y lo lleva a agregar un
discurso más a los cuatro que había conceptualizado, el del capitalista, que se
convierte en el discurso dominante de nuestra época (Lacan, 1963, “Seminario
los Nombres del Padre”). En este discurso, donde el sujeto al no guardar
relación con su objeto, no lo pone en falta, no se genera deseo sino consumo,
dejando fuera la eficacia que la función del padre genera. Deseo y amor quedan
fuera, y queda sólo el goce. Todo es mercancía, todo puede comprarse o venderse:
la idea es mantenernos en una total completitud, sin falta.
Esto nos lleva a considerar una clínica
psicoanalítica dentro de una sociedad donde para todo lo demás está “Master
Card”, “Todo va mejor con Coca Cola”,
“Dame tu pin” y “Vívela con una Regional Light”. Sin embargo, deseo aclarar que mi
comentario no busca desmerecer la calidad de esos objetos o criticar el uso de
las tarjetas de crédito. En realidad, lo que deseo transmitir es que la clínica
psicoanalítica se encuentra ante nuevos retos, ante nuevos síntomas; síntomas
que presentan una trabazón de compromiso más relacionada con lo real, lo que
explica el surgimiento de las adicciones de nuestro tiempo en sus diversas
formas. Los problemas actuales del psicoanálisis ya no son los de la época de
Freud, ni en el contexto teórico ni el campo clínico, como tampoco serán los
problemas futuros por-venir; porque “lo que anda es el mundo, y lo real es lo
que no anda… hay cosas que hacen que el mundo sea inmundo…” y de esto tendremos
que encargarnos los analistas (Lacan, “El Triunfo de la Religion”,1974)
No
obstante, los tiempos actuales no son malos tiempos para el psicoanálisis, aunque
exista una fuerte inclinación hacia lo rápido, lo sencillo, lo pragmático y
científico, lo cual pareciera crear un clima nada propicio para lo analítico. En
este momento, más sujetos manifiestan una insatisfacción que no logran resolver
con el consumo y que favorece, en determinadas circunstancias, a una demanda
analítica.
Hace cien años, Freud
tuvo la responsabilidad, ante el incrédulo ambiente racionalista de su época, de
demostrar la existencia del inconsciente y la eficacia de sus formaciones. Hoy,
los encuentros y desencuentros siguen debatiendo el descubrimiento freudiano;
sin embargo, el psicoanálisis ha llegado a formar parte de nuestra cultura y el
pensamiento moderno no piensa sin Freud.
Cuántas veces un
novio no le ha dicho a su novia: “No te pongas histérica”, y ella le ha
respondido: “Deja de ser tan obsesivo”. O cuántas veces no ocurre, en esas
reuniones donde la tertulia se convierte en terapia grupal, que alguien
comente: “Qué traumas tendría el pana cuando chiquito” o “Mi marido no supera
el Edipo que tiene con su madre”. Definitivamente, el psicoanálisis ha marcado una
huella en su paso por lo social; y lo que impera por lo social, no amenaza la
desaparición de analizantes.
Bien menciona Freud
en este trabajo sobre “El Porvenir del Psicoanálisis”, el lugar que la sociedad
le dará; - por lo que comenta: “La sociedad no habrá de apresurarse a
concedernos autoridad. Tiene que oponernos resistencia, pues la sometemos a
nuestra crítica y la acusamos de tener gran parte de responsabilidad en la
causación de las neurosis…., la sociedad no puede pagarnos con simpatía la
revelación de sus daños y de sus imperfecciones, y nos acusa de socavar los
ideales, porque destruimos algunas ilusiones” (Freud, 1910, p.1568).
Por lo tanto, si el
recorrido por este siglo, a los cien años de la fundación de la IPA, no peligra
el que desaparezcan analizantes; entonces, conlleva a los que hemos inscrito
nuestro trabajo en el Foro del Campo Lacaniano, a interrogarnos cada vez más
sobre el lugar que el psicoanálisis ocupa en estos tiempos, la formación del
analista y la función que le toca.
El trabajo que hoy presento,
que intenta mirar hacia adelante, en realidad vuelve su mirada hacia el mensaje
freudiano, tal como lo ha hecho Lacan, pues allí encontraremos la anticipación
de la situación del sujeto en la época contemporánea y las que están por-venir
en relación a las exigencias que recaen sobre el psicoanálisis y la formación del analista, es decir, el
psicoanálisis en intención.
Entonces, desde lo
anteriormente planteado, cabe una pregunta: ¿Cómo puede el
psicoanálisis sostener su lugar en estos tiempos? Pues bien, en el
texto “El porvenir del Psicoanálisis”, Freud ofrece una respuesta: “… todo
progreso de nuestros conocimientos conlleva a un incremento en la efectividad
de nuestra terapia”.
La respuesta es
clara, en parte, pero de ella se podría desprender un nuevo planteamiento: ¿De
qué conocimiento habla Freud? ¿Y cómo se logra construir ese conocimiento, ese
saber psicoanalítico? Desde mi punto de vista, es posible encontrar una nueva
respuesta a este interrogante en el mismo artículo, cuando Freud al referirse a
la técnica, habla de la Transferencia Recíproca. Al respecto señala:
“Se nos ha hecho visible la «transferencia
recíproca» que surge en el médico bajo el influjo del enfermo sobre su sentir
inconsciente, y nos hallamos muy inclinados a exigir, como norma general, el
reconocimiento de esta «transferencia recíproca» por el médico mismo y su
vencimiento. Desde que la práctica psicoanalítica viene siendo ejercida ya por
un número considerable de personas, las cuales cambian entre sí sus impresiones,
hemos observado que ningún psicoanalítico llega más allá de cuanto se lo
permiten sus propios complejos y resistencias, razón por la cual exigimos que
todo principiante inicie su actividad con un autoanálisis y vaya haciéndolo
cada vez más profundo, según vaya ampliando su experiencia en el tratamiento de
enfermos. Aquel que no consiga llevar a cabo semejante autoanálisis, puede
estar seguro de no poseer tampoco la capacidad de tratar analíticamente a un
enfermo” (Freud, 1910).
En este párrafo no se nos invita a dirigir la
cura desde la transferencia recíproca o, como bien podrá leerse en otras traducciones,
la contratransferencia; en realidad, se nos exige trabajar en análisis el
porqué ha surgido esa transferencia y conocer a qué responde. Por ende, se nos
presenta la importancia que tiene el análisis en la formación del analista, –sin
que se considere que el análisis sustituya lo didáctico; aunque no se niega que
todo análisis tiene efectos didácticos–, mas si queda claro que sólo el análisis puede acercarnos a un saber
qué hacer, que no interfiere el recorrido terapéutico de un enfermo.
Ahora, ante lo que hemos venido presentando
sobre los tiempos actuales, en un clima en donde todo se evalúa en términos de
cantidad y beneficio, una persona podría preguntarse: ¿Cuántos años se
requieren para un análisis?, ¿cuántos años de formación requiere un analista?
Pues ante esa demanda sólo tenemos una respuesta: no sabemos.
En el libro Qué se espera del Psicoanálisis y del Psicoanalista, Colette Soler
comenta: “La formación…Interminable… Un psicoanalista no termina nunca de
formarse, por eso hablo del analista, analizante perpetuo en su formación al
final, después del análisis”. (p.232) Posteriormente agrega: “Soportar el rigor
del acto analítico en este ambiente del discurso me parece realmente difícil; y
entonces, cuando pienso en el porvenir del psicoanálisis, considero que no pasa
por la amenaza de ver desaparecer a los analizantes. Creo que la amenaza más
grande sería ver desaparecer a los sujetos que quieren sostener el acto
analítico tal como es: con su rigor en nuestro tiempo. Y creo que si hay
analistas, es decir, si hay todavía sujetos que quieren, que aceptan esta
predicación, habrá analizantes. Porque la transferencia tiene su razón
fundamental en la estructura del lenguaje y en la existencia del analista”
(p.236).
En resumen, hasta lo que aquí he presentado,
se puede entender que, el por-venir del psicoanálisis está en la formación de
los analistas, el cual además puede considerarse como interminable en la
producción de un saber.
No obstante, sigamos revisando el texto de
Freud anteriormente mencionado, del cual se han extraído las primeras
conclusiones. Veamos el siguiente
fragmento: “…Desde que la práctica psicoanalítica viene siendo ejercida ya por
un número considerable de personas, las cuales cambian entre sí sus
impresiones, hemos observado que ningún psicoanalítico llega más allá de cuanto
se lo permiten sus propios complejos y resistencias…”.
Freud señala que las personas que practican el
psicoanálisis cambian impresiones entre sí, y que ha sido este intercambio lo
que ha permitido la construcción de un saber: “ningún psicoanalítico llega más
allá de cuanto se lo permiten sus propios complejos y resistencias…”. Ahora
bien, ese material que permitió construir ese saber tuvo que haber sido cedido
por alguien: un analista que hace público su saber privado. Por lo tanto,
pareciera entonces que la construcción del saber psicoanalítico que permitirá
al psicoanálisis asegurar un porvenir viene por el lado de la transmisión, por aquel
saber que emerge del análisis y que el analista concede y se hace público; es decir,
sobre lo que Lacan planteó al crear el dispositivo del Pase.
En algunas escuelas de orientación Lacaniana,
como es el caso de la Escuela de los Foros del Campo Lacaniano, aún se mantiene
este dispositivo creado por Lacan, que marca un antes y un después en la
historia del psicoanálisis. Se instaura
con el texto de Lacan llamado "Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre
el psicoanalista de la Escuela".
El Pase es un dispositivo que se ocupa de
investigar el pasaje de un analizante a analista y el fin de análisis. Esta
investigación se realiza a partir de los testimonios de los analizantes que
están decididos a transmitir aquello que el psicoanálisis les ha producido como
cambio en la vida misma, es decir, lo concerniente a lo que queda como saber,
por un lado, y aquello que se va a ubicar como lo que no interroga más al
sujeto, por el otro.
El testimonio puede ser dado por todo
analizante en el tiempo final de su análisis y será evaluado por un jurado
constituido por un pequeño grupo denominado “Cartel del Pase”, y que ha sido
elegido para cumplir esa función dentro del contexto de una experiencia de
Escuela.
Este procedimiento implica que el testimonio
es dado a dos analistas en forma separada. Estos analistas, denominados
pasadores y seleccionados por el pasante de forma azarosa, cumplen la tarea de
transmisión al Cartel del Pase que, en función de lo transmitido, puede
considerar otorgar al analizante que ha testimoniado la nominación de AE,
Analista de la Escuela. Entonces, el analista AE asume la posición de hacer
avanzar el psicoanálisis, se confronta con el orden establecido, y se pone al
trabajo de Escuela, apostando a la elaboración colectiva desde la complejidad
de la que se trata.
En consecuencia, vemos en el texto de Freud
una aproximación a este dispositivo, como forma de hacer avanzar el
psicoanálisis; por ende, en lo particular sólo puedo decir que hemos hecho nuestra
realidad con lo entregado en
estos cien años; el presente del psicoanálisis es fruto de lo logrado contiguo con
lo recibido; sin embargo, el por-venir apunta sólo hacia el lado de la
transmisión; la transmisión de un saber hacer con el síntoma, porque el
psicoanálisis es producto del síntoma de una época.
Es la transmisión de
este conocimiento lo que permite la conformación del saber psicoanalítico y de
una escuela de psicoanálisis; por lo tanto, el por-venir del
psicoanálisis se sostiene seguramente en la formación de los analistas y en la
ética del psicoanálisis, que supera cualquier traición sostenida en el
enunciado de Lacan de “no ceder sobre su deseo”.
En conclusión, el porvenir
del psicoanálisis está en la interrogación permanente sobre el deseo del
analista, el analizante perenne después del análisis, que permite esta apertura
a lo nuevo y posibilitará la enseñanza; así, este recorrido requiere un tiempo
interminable y la formación del analista no es algo que podamos contabilizar en el
tiempo cronológico, porque el inconsciente no se maneja en esos tiempos. “Sólo a través de la transmisión, el saber
psicoanalítico avanza y logra mostrar en acto que el más allá del padre es
posible, porque la atemporalidad es del inconsciente, pero no de la teoría,
mucho menos de su saber hacer eso ahí, de su arte” (José Azar, Actualidad y
porvenir del psicoanálisis, 2006).
Bibliografía
Azar, J. (2006).- “Actualidad y porvenir del Psicoanálisis”.
En www.lacanoamerica2007.org, fecha de
recuperación, el 09/04/2010
Freud, S. (1910).- “El porvenir del Psicoanálisis”
Obras Completas de Freud. Buenos Aires: Editorial Amorrortur.
Lacan, J. (2005).- “La Familia”. Buenos
Aires: Editorial Paidos.
Lacan, J. (2005).- “El triunfo de la religión”.
Buenos Aires: Editorial Paidos.
Lacan, J (1963).- “Seminario Los Nombres del
Padre” En http://lacanist.atw.hu/ford/Jacques%20Lacan%20-%20Los%20Nombres%20del%20Padre_%20Seminario%2010.pdf,
fecha de recuperación: 20/04/2010
Soler, C. (2001).- “Que se espera del Psicoanálisis
y del Psicoanalista: Conferencias y Seminarios en Argentina. Buenos Aires:
Editorial Letra Viva.
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