LA MUERTE EN LOS SUEÑOS
POR: Esteban Ruiz Moreno
Fecha: 26/8/07
Hoy me miraron mis padres, a los años creo yo, y me dijeron con toda la preocupación del caso: “hijo, ¿qué te pasa?”. Tras un sentimiento auténtico, porque sé que los padres, al menos los míos, sienten esa preocupación por sus hijos como si todavía fueran los bebés de antaño. “¿Qué te pasa?” y yo no atinaba a saber qué diablos estaban preguntando concretamente, porque en esa pequeñísima pregunta pueden caber miles de millones de cosas. En este caso iba descubriendo las cosas más rápido de lo normal, me iba encontrando con esa pregunta que siempre me molesta a pesar de que ellos lo hacen porque lo aman a uno a pesar de todo, así uno sea el peor criminal lo siguen queriendo intensamente, digo que hacen esas preguntas que incomodan porque anteponen todo su amor a cualquier mejilla roja que pueda ir presentándose por ahí.
“Hijo, ¿Por qué estás tan flaco? Y yo no atinaba a decir nada. ¿Será porque la terquedad de las madres se recala en que siempre nos ven de veinte centímetros de ancho queriendo que tengamos dos metros de espalda, pectorales trabajados y la lozanía de una piel abrazada por el sol largamente? ¿O será porque la intención del padre es que su hijo sea como él fue, que tenga la casa que tiene (o aún una mejor), que tenga un carro, hogar, hijos sanos y una mujer como él la tuvo? (y aquí cabe decir que la mujer no debe ser mejor que la que él tuvo porque si pensamos bien esa mujer es nuestra madre y el hombre no puede salir de ese Edipo que lo carcome eternamente). Pero la verdad es que estoy comiendo bien porque parece que los años están llegando con ventajas para mí y mi apetito es saludable y generoso así que esa no es la razón por la cual hoy, habiéndome visto a los años, me preguntaran eso.
Todo se aclaró cuando mi viejo querido dijo ante mis reclamos de niño pequeño intentando ser grande: “hay que dormir bien”, entonces entendí por dónde iban sus palabras, entendí en qué consistía la alharaca conjunta en sus hermosas voces que van royendo los años, querían que duerma bien, querían que fuera niño bueno y me acostara a las horas debidas, no más tarde de lo que ellos soñaban.
Saben? La vida es tan corta y los sueños tan largos, adentrarse sin mesuras en ese país morfeico que tanto gusta a los seres humanos, derrumbarse livianamente en aquel estado más poderoso que cualquier deseo que se tenga, encerrarse en ese lecho tibio y perpetuo que es el reino de los sueños, todo eso es una bonita tentación, tentación que querían mis padres que yo abrazara sin recato y sin recelo. Eso querían, que durmiera las horas que se deben dormir, querían dejar de ver en mi rostro los rastros de los minutos nocturnos que no duermo. El problema no es que estoy flaco o no, el problema es que no duermo. Pero de cuando en cuando me he preguntado: ¿para qué dormir tanto si habrá un día en que podamos dormir eternamente? ¿Para qué descansar si en este día no hice nada para estar cansado? ¿Por qué darse una pausa si no disfruté de mi familia como debía, no abracé a mi hijo, no besé a mi esposa, no leí el libro que tengo pendiente desde hace tanto, no escribí al menos una frase que quedara para la historia? ¿Para qué dormir si aún no hice nada para merecerlo de verdad? ¿Por qué seguir dejando pasar mi vida tontamente tumbado en el lecho, el lecho que precede mi lecho mortuorio? ¿Para qué?
No vamos a negar que el sueño sea indispensable. No estoy diciendo que soy un ser nocturno que nunca duerme y que se la pasa deambulando en las noches por entre teclas de ordenador y letras de musas reencontradas y vueltas a perder. Estoy diciendo que hay que hacer algo con la vida, algo productivo, algo que valga porque en el momento de la muerte biológica solamente quedarán nuestras palabras empezando por nuestro nombre y aun así todo lo borrará el tiempo, digo que hay que pintar un cuadro, leer un libro, charlar descomplicada y sinceramente con los hijos, escribir de cuando en cuando un poemita en una servilleta para la persona que amamos (y entregárselo obviamente), reír, jugar, ver documentales, escuchar noticias, encantarse con buen cine, cocinar la especialidad que nunca nos ha salido, abrazar a los padres (esos que joden y se preocupan tanto a la vez) y decirles que se los ama sin límites y no asumir tontamente que ellos ya lo saben.
Es verdad, ya he dormido bastante toda mi vida y no quiero seguir haciéndolo porque quiero poder descansar con la satisfacción de haber hecho algo que valía la pena, quiero deleitar mil libros, ver miles de películas, reencontrarme con mi amada una y otra vez, ver crecer a mi hijo cada día, conocer lugares divinos, enterrar a mis muertos... tengo mil amores y no creo que me alcance la vida para saborearlos todos, pero quiero hacerle el amor a las cosas que más pueda, antes de que la muerte me lleve a dormir con ella eternamente.
Comentarios
Me alegra desde lo mas profundo de mi corazon que tu vida este rodeada de muchas personas valiosas que lo unico que hacen es preocuparse por ti. tqm ANRA
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