LA CASTRACIÓN QUÍMICA Y EL ETERNO FUEGO DEL DESEO

POR: Esteban Ruiz Moreno
Fecha: 20/9/07

Hoy cierro la encuesta de nuestro Blog: “¿QUÉ SE DEBERÍA HACER CON LOS PEDERASTAS?”. Intentaré abarcar ciertas cuestiones en lo tocante a las respuestas que fueron votadas por nuestros bloggers y que podrían constituirse como una solución dentro de lo que se contempla o se puede modificar en la ley colombiana. Se hizo la votación con 5 respuestas a la pregunta de la encuesta que hoy nos ocupa: 1. Condenas y Tratamientos Complementarios, 2. Castración Química, 3. Pena de Muerte, 4. Cadena Perpetua, 5. Condenas Actuales. La encuesta se hizo precisamente por el gran escándalo que conmocionó al país, solamente por unos días pues el fuego ya se apagó, con respecto a las prácticas abominables que sucedieron en la catedral de Cali y comentadas en la columna llamada “La ceguera de los feligreses” de semanas pasadas. La votación arrojó los siguientes resultados:




De la constitución humana podemos decir sin ambages que presenta en su fondo más íntimo, en sus más oscuros recovecos, en los pasadizos de mayor humedad, en los subterfugios más intrincados, en los laberintos más inermes y mortales una caldera, un ígneo revoltijo de monstruosidades que se vierte día a día, instante a instante y que clama por salir de alguna forma rememorando de la misma forma al magma, sangre verdadera del planeta, que convulsiona y se abre paso raudo para salir y derrotar lenta y pesarosamente la piel de la tierra. El ser humano, además de todas las maravillas que puede crear, también es un pedazo de demonio, si se me permite la expresión.
Que no se me aterren los humanistas, porque es la misma humanidad la que busca eternamente la paz y la felicidad verdadera, pero al mismo tiempo se enfrasca en guerras por los motivos más inverosímiles que podamos concebir, es el deseo que está más allá de toda posibilidad y de todo freno.


Es conocida la historia, y aterradora al mismo tiempo, de los avances o más bien de las ambiciones de la ciencia, como por ejemplo, un Rodolfo Llinás, antes magnífico y hoy reducido a pretensiones cosificadoras u objetivantes (usen el término que más les guste) sin más poesía, intentando realizar una cauterización en determinada zona del cerebro para reducir la depresión en una persona. Es conocida esa historia, antes con psicofármacos y ahora con neurocirugías: nada más que la repetitividad de la ciencia en su absurdo estatuto, tan sólo uno de ellos, que hoy nos ofrece como ejemplo la neurociencia y sus pretensiones: reducir al ser humano a una cosa, un objeto similar a la máquina cibernética que recibe un estímulo para que inmediatamente ejecute la orden que la avive.

De la misma forma se presenta la condición de la castración química.
Ese fuego eterno, que todos tenemos, que a todos nos sobrepasa, que a todos nos calcina, una flama que está más allá de las palabras, del arte, de la belleza que rodea al mundo, una lengua ígnea que danza y que no desaparecerá nunca, justo como las brasas del infierno que tanto nos asustaban de niños en las explicaciones de la religión y en las clases de catequesis, ese fuego es el que no desaparece así queramos adormecerlo con pastillas, con inyecciones, con lobotomías modernas, con drogas destructivas, con palabras, ese es el fuego eterno que no desaparece, que no abandona y con el cual podemos simplemente vivir de una manera ética. ¿Acaso el fuego del infierno salió de alguna mente privilegiada? No, queridos amigos míos, salió de nuestra misma alma...
Voy a explicarlo de otro modo. Si a un ser detestable de estos, sépase padre Rozo, por ejemplo, se le administra la inyección con el acetato de leuprolide (nombre del componente de la inyección que detenta la castración química) este deseo del que vengo hablando se manifestará de otra forma cualquiera y no será sepultado como cree la gente del común, es decir: las cosas siguen igual con una manifestación mucho más siniestra y perversa que la que se venía manejando anteriormente. ¿Se imaginan a Rozo sin poder usar su genitalidad para expresar este deseo sexual? ¿Podríamos imaginar cómo daría paso a su perversión?
Anteriormente se relacionaba solamente la sexualidad con la genitalidad, el fin sexual se alcanza con los genitales pues uno no se masturba sobándose un dedo, pero la sexualidad, el deseo si se quiere, está más allá de los genitales. Esto que se tenga bien claro.

En este punto, en la actualidad es difícil para la ciencia poder curar solamente con pastillas y con cauterizaciones a sus clientes porque cada acto del ser humano es una respuesta subjetiva a sus diarios sufrimientos, a sus cotidianos padeceres, a sus infiernos inéditos, a sus mutilaciones arcanas, a todo lo que le ha venido pasando desde que pisó este terrible y hermoso lugar que es la tierra y que es la vida y por sobretodo, la vida humana. Entonces ¿cómo poder establecer una correcta direccionalidad con respecto a ofrecer una respuesta a toda una familia y una sociedad? ¿Cómo determinar una causa justa y definitiva con respecto a poner fin a estos actos ilegales y nocivos? ¿Cómo poder detener con las herramientas legales y científicas a un Garabito, por ejemplo, que podría salir libre en poco tiempo? ¿Cómo poder pensar en soluciones complementarias que nos permitan realizar una mejor propuesta con respecto a estos sujetos?

No hay una pretensión más graciosa y dramática que la del ser humano en cuanto a lo definitivo, ¿saben? porque si hemos de hablar del amor para traer un mero ejemplo nada más, siempre deseamos un amor absoluto, un amor idílico donde la frase más verdadera sea: “...y fueron felices para siempre”, porque queremos para nuestra vida amorosa una pareja con la que no discutamos, con la que siempre (y decimos siempre con todo el peso que podamos imaginar en cuanto a lo temporal se refiere) estemos bien. Queremos que todo sea definitivo, Absoluto. Queremos, pretendemos que nunca se presente un fallo, un error, un hueco donde podamos asumir una actitud más creativa, más inventiva, de mayor pensamiento que nos permita salir adelante y reinventarnos sobre nuestros fantasmas y demonios. Al menos en el amor se da eso, esa absurda pretensión de lo definitivo y en otros casos también, en pensar que podemos quitar de un sujeto lo que origina, el núcleo que permite que haya realizado los más abominables crímenes.

Por eso celebro otra vez que sigan delante las creaciones poéticas, las manifestaciones artísticas, la proliferación de la literatura (sobretodo de la buena literatura), el nacimiento, el renacimiento de la palabra en cualquier parte y de cualquier forma, celebro las nuevas formas de expresión que nos permitan soportar con más dignidad este infierno en el que vivimos...
Apelo de la misma forma a esto para que se pueda hacer: primero, penas más severas para los que cometen este tipo de crímenes ya que nuestra legislación actual es supremamente débil en eso. Segundo, que se permita conformar un equipo investigativo conformado por psicólogos, psicoanalistas, psiquiatras, sociólogos. Un equipo de profesionales que intenten dar cuenta de este tipo de fenómenos y posibles respuestas tanto para la inserción del sujeto en la comunidad nuevamente y garantías para la misma comunidad que debe acoger a este tipo de personas. Tercero, la supervisión constante de estas personas para un mayor control después de cumplir con los requisitos penales y de rehabilitación (en los términos que se pueda plantear ésta) cuando se encuentre en la vida en sociedad. Cuarto, los estudios realizados por estos profesionales y las conclusiones a la cuales lleguen se deben constituir como una respuesta constructiva frente al problema del pederasta. Lo digo simplemente porque hasta ahora es difícil que la gente trabaje en equipo, con tan diversas tendencias y teorías y formas de poner la teoría en la práctica, lo que denominamos la praxis.

Es necesario puesto que el fuego nunca se apaga, puesto que el deseo es eterno, pero sí podemos hacer algo útil con él en nuestra existencia...

Comentarios

Tr@$hMuTaTiOn,,,, ha dicho que…
sinceramente... lo mejor que has escrito.....

felicitaciones

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