El Árbol
El Árbol
Te encontré frondoso una noche de inverno donde las estrellas crepitaban y las luces fulguraban,
el rocío intentaba sepultarnos, pero tus ramas enfiladas hacia el cielo ya cubrían místicamente mi mirada,
los troncos vigorosos, las hojas gruesas y verdes lentamente me envolvían, me arropaban,
a mí me asaltaba un asombro inaudito, a mi alma marchita tu sombra protegía, ibas en avanzada.
Me atrajo tu belleza indómita disfrazada fallidamente de brusca indiferencia,
me atrapó inmisericorde la dulzura de tu piel sombría y rozagante,
me cautivó con leves ondas la música de tu voz llena de inocencia,
me enamoró cansinamente tu amor que me esperaba desde la eternidad y aun antes.
Pasaba el tiempo y tus ramas cerraban los espacios y los círculos haciéndome anodino,
en las sombras de tu contrapuesto al sol me llenaba y todo se me hacía álgido,
la fronda de tus adentros me regalaba sin reparos un descanso matutino
de mis largas angustias, mis sempiternas ganas de muerte y ansío.
En tu hermosura descasó mi espíritu, se hicieron de nuevo mis manos y mi alma,
con ígnea fuerza bendita, con esbelta simetría, con marcada y feroz soledad.
En la sombra inmensa del follaje que siempre tuviste, renació mi ser encumbrado de calma,
saturado de gloria, henchido de vacíos, pleno de tu heredad.
Siempre volví a tu sombra, siempre te pedí que me esperaras
de mis largos viajes por doquier, de mis pérdidas, de mi eterna caminata,
y tú siempre fuiste paciente, bajo la ventisca, bajo la lluvia, bajo las noches estrelladas,
siempre paciente, como el primer árbol, como mi más grande y primera amada.
Mi árbol de inconmensurable belleza, mi maravilla perpetua, mi edad estallada en mil firmamentos:
no quisiera puentes indestructibles, ni futuros certeros, ni tampoco eternidades,
sinceramente sólo quisiera, descubrir hasta tus últimos filamentos,
y extinguirme junto a ti hasta en las últimas noches, morir junto a ti en las postreras edades.
Esteban Ruiz Moreno
27-Sep-07
Comentarios
Orfebre compocisión recordando al poeta del país de todos los verdes y porsupuesto de todas la nostalgias, Don Aurelio Arturo.
Esteban habla del arbol, cual un personaje sacado de un libro de J.R. Tolkien, desde el mismo diario de Frodo en la Comarca, su añoranza sin embargo, es minuciosa, profunda, y como el mismo lo menciona, se acerca a lo quirurgico "descubrir hasta el ultimo de tus filamentos". Añoranza, obviamente marcada por la soledad y la constante del retorno. Lo veo mirando cielos pasar, recostado sobre ese mitico paraje, para el, deseando vivir y ver así su vida. Cual Tom Sawyer perdido en esta ciudad y en este milenio.